domingo, 26 de marzo de 2017

REFLEXIÓN PSICOLÓGICA


No soy psicólogo, pese a que me atraen bastante las temáticas referidas al estudio del comportamiento de los seres humanos.

Lo que a continuación aparece escrito tómese a modo de relato o anécdota, no de terapia ni tratamiento. Arranca desde un criterio personal, sin fiabilidad ni validez en el análisis. Se trata de una reflexión que quería compartir con ustedes.

Tras mucho meditar sobre el asunto en mis idas y venidas de la facultad y las salidas con amistades.
Si bien puede sonar a trivialidad, albergo la hipótesis acerca de que la percepción que tenemos del mundo que nos rodea varía si se produce algún cambio significativo en nosotros.

Así, lo externo refleja lo interno del sujeto, en continuidad como he señalado en otros escritos. Luego la realidad socio-cultural no deja de ser psicológica.

Cuando nos encontramos en un entorno donde tiempo atrás por las causas que fuesen no estábamos cómodos ni encajábamos, pero tras regresar a él nos fijamos en que esto ya no sucede.

En esta situación en que reaccionamos de manera distinta cuando retornamos al ambiente que previamente generaba en nosotros respuestas negativas. Ello no significa que los demás hayan modificado sus conductas.

Bueno puede que sí, pero también debe ser producto de que nosotros hemos transformado algún patrón de actuación, o tal vez quiere decir que hemos adquirido más conciencia de nuestras emociones en dichas circunstancias, lo que conduce a un mayor autocontrol y un aumento de confianza en la persona.

Evidentemente lo que denominamos madurez, que recalco no tiene lugar en el mismo intervalo de edad biológica, también contribuye a que la perspectiva desde la que enfocamos la realidad no resulte idéntica, y permite contemplar los acontecimientos desde la distancia, sin que por ello desaparezca la cercanía en las relaciones establecidas con los demás. A mi entender este alejamiento resulta positivo a la hora de entablar comunicación con otros.

Tampoco hemos de obviar que las experiencias dejan una profunda huella. Las vivencias determinan que haya una mayor o menor fluctuación en las  conductas.

Aunque es cierto que no todas las personas están dispuestas a alterar viejos hábitos y costumbres una vez que logran darse cuenta de la tendencia no consciente a reproducir estos.

Aquí la mencionada madurez psicológica podría adquirir un importante rol ¿la predisposición al cambio guarda relación con un sujeto más maduro?

Me despido con esta pregunta maullando en mi sesera. Nos veremos pronto.

Jorge Beautell Bento

26/03/2017

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