miércoles, 26 de enero de 2022

"El imperativo del lenguaje."

 Una ráfaga de palabras disparadas por el cerebro. Escribir sin revisar, avanzando en línea recta hacia la profundidad de la sencillez. Bosques de vacío en el aire se desplazan al son de los símbolos alfabéticos. El lenguaje es comadrón del pensamiento y aquel de los fragmentos que componemos mentalmente ¿puede un gemido orgásmico gozarse sin ser emitido? ¿osaríamos interrumpir el rugido de un depredador? ¿cómo doblegar a la naturaleza? Ni los sueños son mudos y menos inteligibles serían sin categorías, mientras los percibimos sobre la blanda almohada. El lenguaje emerge de un instinto primitivo, mamar del entendimiento. Hasta los sordos se comunican con señas al igual que los mudos. El lenguaje lo aprendemos en el ambiente, mas su fundición está en la evolución y nuestra masa cerebral lo acopla y despliega en el espacio-tiempo venidero y del fuego pretérito que arde sin que sepamos de su lumbre, excepto al perder la llama presente. Todo este texto ha sido tejido al momento y sin revisar, prueba de que el lenguaje sobrevive al error y recrea cualquier paisaje visto, olido, saboreado, palpado y compuesto por el sistema psíquico. El lenguaje nos atrapa desde que se hizo obligado a nuestros antepasados homínidos para transmitir los secretos inconfesables de nuestra historia, la viva y la que habita en el polvo estelar ¿qué es el lenguaje? Gruñidos y rugidos de fieras dotadas de imaginación y alfabeto. 


Jorge Beautell Bento.

domingo, 2 de enero de 2022

Del dolor como sensación más real para el cerebro

Desde mi punto de vista, nuestro cerebro interpreta el dolor casi siempre como más real que el placer. Si bien ambos comprenden las dos fuentes básicas de nuestras sensaciones, el dolor frente al placer posee una relación con el instinto más primitivo con el que nacemos, prevenir un malestar, protegernos de las amenazas del entorno. El placer es la conservación de un estímulo que agrada, pero no es concebido más real que un estado onírico o del sueño, quizá porque el cerebro requiere de la alerta para saber que se está despierto, temblores, agitaciones, miedos, incertidumbres, pellizcos, querer despertar ¿quien quiere desembarazarse del placer? No estaríamos en las redes sociales de ser así. El placer se asemeja a una droga la mayor parte del tiempo. Por el contrario, el dolor es un antídoto contra las ilusiones y justamente es lo que nos define y une como especie que se preocupa tanto por su dolor como por el ajeno—De darse lo opuesto no existiríamos, la cooperación, la ayuda ante el dolor de otros forjó la evolución. Los abrazos funcionan con este fin consolador. No sucede así con el placer que suele darse oxígeno a sí mismo en singularidad. Hasta en los amantes a veces hay poca atención al placer ajeno en la intimidad. El dolor supone incremento de conciencia, mientras que el placer tiende a ser ausencia u olvido.