martes, 28 de marzo de 2017

LA VENGANZA DE HUME: LA SUPERSTICIÓN COMO CREENCIA EMPÍRICA


Si un gato negro se cruza en mi camino, únicamente pienso que un gato negro se ha cruzado en mi camino. Pasa lo mismo que con cualquier otro minino que pase al lado o delante de mi.

En el caso de que ocurra algún percance tras mi encuentro con ese gato, en esta ocasión rubio o blanco podré creer que existe relación entre los caracteres del felino y las posibles nefastas consecuencias acaecidas. Especialmente si mis oídos y mente se han acostumbrado a la repetición de palabras proferidas por personas cercanas a mi, acerca del efecto adverso y maligno que rodea este suceso.

Sin embargo, en el supuesto de albergar la convicción de que el color del maullador es el responsable, probablemente trataré de establecer la conexión entre el fenómeno de ver a un gato que posea esa cualidad, adecuado a mi racionalidad (sistema de creencias, hábitos, valores, significados etc) y los acontecimientos que tengan lugar.

Estoy casi seguro de que los días en que hayan surgido inconvenientes, previamente a la experiencia con el gato en cuestión, no habría prestado demasiada atención al hipotético motor de esa cadena de desastres.

En tales circunstancias (sin contacto con el gato) raramente habría asociado la gama cromática del animal, la impresión (sensación) resultante en mi con un significado aprendido. En otras palabras, no estaría buscando desesperademte que encaje con cualquier acción perjudicial.

Si aplicamos el ejemplo del gato a un espejo roto o caminar bajo una escalera el resultado será el mismo. Las supersticiones no son sino sucesos aislados, resultado del aprendizaje en un contexto empírico, acordes con dicha racionalidad.

No obstante, nos esmeramos tremendamente en otorgarles la categoría de embrujo, una serie de catástrofes, causadas por misteriosas fuerzas mágicas, que nos han lanzado una maldición.

Jorge Beautell Bento

28/03/2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario