viernes, 23 de agosto de 2019

¿Tanto monopolio del espíritu dionisiaco para qué? ¿dónde yace la belleza en el desequilibrio/exceso absoluto, que tanto se demanda actualmente?
La cultura del consumo, no deja de ser hija del insatisfecho océano hedonista de lo dionisiaco.

Amáis el caos y acabáis haciendo de vuestro cuerpo (el cual debería ser un templo—ética del cuidado de sí; ahora con varias grietas y serio riesgo de derrumbe) una deformidad y aplaudiendo con ello la plena subjetividad de la estética, para no sentir repudio de vuestra imagen, la cuál inevitablemente después pasa a ser una idea de la mente. El autoengaño, análogo a los yogures, posee fecha de caducidad.

¿quién piensa adecuadamente a través de una idea contraproducente y destructiva para el individuo—algo que se mueve en contra de la naturaleza (la salud)?

Os embriagáis, padecéis achaques y después culpáis a la sociedad de vuestra propia causa.

Fingís que no seguís al rebaño, pero luego acompasaís sus rituales por encima de la propia salud, despreocupados y entregados al goce extremo. La prudencia yace proscrita. En el fondo de la psique, la juventud nos engaña con el cuadro de la inmortalidad.

Afirmamos que ansiamos la tierra, pero en el trasfondo de la botella existencial—unos la conciben más llena y otros vacía—, seguimos anhelando el cielo. Torturamos y debilitamos al organismo con malos hábitos y más tarde nos preguntamos por qué este enferma, tal que si en el banal disfrute momentáneo (acabe en el placer por el placer), la condición del humano resultase poco menos que divina y ajena a efectos de los mortales.

Asumimos que aquellos fines, con vistas a obtener agrado o saciedad justifican los medios empleados—glotonería, gula—ingerir continuamente alimentos grasos, fritos, salsas, azúcares, hidratos de carbono y excluir de la pirámide alimentaria las verduras, frutas, pescados y carnes, entre otros.

—¡¡¡Qué te den Dionisos o Baco (si jugáis en solitario y pretendéis ostentar el predominio del Olimpo terrenal), devoradores, terroristas de la salud, contribuyendo a envenenar, desgastar y achatar—cortar este fino hilo denominado vida, cuando resulta que es la única que tenemos.

Cada uno se mata cómo quiere. Es libre para llevar a cabo su meticuloso autoasesinato (suicidio no controlado). Yo respondo:

 —Qué triste que la libertad conduzca que mandemos a tomar por culo las acciones—posibilidades futuras, atentando contra el valiosísimo reloj, alojado bajo el pecho. Qué gusto poder decirlo.

Pasad una buena velada y ojalá que no se os atraganten el hot dog, hamburguesa, pizza boloñesa (rellena de carne), patatas fritas, muslos de pollo a la barbacoa o bien donuts y ejércitos de galletas de chocolate y crema, que una jornada más, os estéis zampando.

Se me olvidaba. Que tampoco escasee ese agua gasificada emponzoñada, que llamáis refrescos. Referiré a la dominatrix de este conjunto de bebidas, la Coca Cola, aunque casi todos comparten encantos similares— los cuales poseen maravillosas propiedades; hinchan y mimetizan la barriga con un globo o pelota, perforan pausadamente las paredes del estómago (provocan úlceras), recuperan el brillo de la plata y sirven como estupendo desatascador de tuberías.

P.S Si incomodó este escrito, la hipótesis más probable sea remordimiento de conciencia y disonancia (conflicto) ante la información escuchada. A su vez, diagnóstico síntomas de rechazo de la verdad en altas dosis, con génesis posmoderna: nihilismo, existencialismo, constructivismo, antirrealismo, relativismo, subjetivismo, etc.  

J.B.B

jueves, 22 de agosto de 2019

REFLEXIÓN ACERCA DE LA IDENTIDAD

Aunque cambien apartados de mí o determinadas partes, el conjunto llamado "Jorge" no se ve alterado. Lo mismo sucede con los conjuntos de la gente. Somos quienes somos y la totalidad del ser, identidad  que somos, no depende enteramente de nosotros como nos gustaría. Esta es causa del molde de la genética y las múltiples experiencias-vivencias, que nos han marcado y seguirán haciéndolo. Remarco lo expuesto en otros post. La aceptación de nuestro ser y sus componentes es la libertad. Claro que hay modulaciones, desequilibrios y aberraciones (indeterminaciones y cierto progreso o desarrollo, lo que coloquialmente se conoce como "mejorar", "crecer", "evolucionar"), pero los elementos mencionados no dejan de constituir partes integrantes de nuestra naturaleza y los subconjuntos anómalos tampoco finalizan con el conjunto, en tanto que son menores que la totalidad de subconjuntos adscritos al conjunto "Jorge".

lunes, 19 de agosto de 2019

MEDITACIONES DE UN VERANO (qué más darán el año y la datación mensual y diaria)

Los mejores escritos, dejados mis posts, han sido realizados desde la taza del retrete. Los momentos de inspiración no los escoge uno. 

El alivio fecal—al igual que otros de naturaleza similar, como el orgásmico. Aclaración: Lógicamente, la actividad para con este último se realiza a posteriori del acto sexual y la consabida "explosión final". 

Quisiera ver yo a alguien—que no padezca anaorgasmia, anhedonia o problemas de alguna índole para sentir placer corporal—intentando escribir legiblemente (con vistas a que se entienda y guardando coherencia el texto), al tiempo que, entregado al goce y comandados por el cerebro, sus atributos masculinos o femeninos descargan una corriente placentera de altísimo (en ocasiones menor, dependiendo de factores psicológicos y otras variables ambientales) voltaje, contagiándose al resto de la anatomía. 

Los nombrados desahogos rompen con el estreñimiento, el estado de tensión en la mente-cuerpo. Nótese la verificación del no dualismo (contrario a la separación de ambas sustancias cartesianas-cuerpo y pensamiento). Difícilmente se puede crear, si el estómago y los genitales—en orden jerárquico, sí,—están en guerra. 

Refutación a Freud: 

Las pulsiones del intestino vencen a las del sexo. En otras palabras, cabe una existencia no sexualizada, pero no una sin defecar ¡¡¡Joder!!! Necesitamos cagar en segundo orden de necesidad biológica, seguida a la nutrición. Dudar de este "factum" (hecho) entrañaría admitir una supina estupidez. Ello, la no deposición de excrementos, trae consigo no solamente confeccionar el féretro del arte, sino articular un "bye bye" epitáfico a esta fútil existencia. 

Apunte: Sé bien que prometí no más notas existencialistas, pero es de referencia obligada mencionar el vano esfuerzo de comprender algo, que en todas las líneas sobrepasa al individuo, hasta que éste cierra los ojos y halla un sentido para el que estaba predestinado desde la salida del útero materno. 

Nada de abstractas mierdas racionalistas cartesianas y leibnizianas (la armonía de las mónadas establecidas por Dios—este es el mejor de los mundos posibles), para andar convencidos de que somos y seguiremos siéndolo futuramente. Grábese el individuo estas palabras a fuego: "Assidero, ergo sum". Defeco, luego existo. 

En este imperativo fisiológico debió pensar Heidegger, cuando elaboraba las páginas de su archiconocido Ser (cagar) y tiempo—los instantes en que medita tras haber depurado el intestino grueso y el cabreo cuando se le complica la tarea. Deduzco que Heidegger plantaría sus buenos pinos en la cabaña donde se refugió. Lo contrario contradeciría la posibilidad de poiesis (creación artística). Si las paredes de los baños hablasen... 

¡¡¡No!!! rotundamente no. Hay que teñir al "Ser excremental" del halo intelectual ¡¡¡Qué indigno para un filósofo dialogar acerca del nauseabundo destino de los objetos orgánicos, los útiles alimentarios a la mano¡¡¡ La escatología (alusión al apartado de los excrementos) del Ser debe quedar tabuizada. 

El Dasein se encuentra enajenado consigo mismo, debido en parte a que se finge como "no orgánico"—carácter existencial— ¿cómo no sobrevenirnos la recurrente idea de "ser para la muerte", cuando llevamos varias horas, e incluso días, con un taponamiento del orificio anal ¿acaso algún ser-en el mundo puede advertir un disfrute en el ser arrojado, que no sea proyectar al fondo del váter la gruesa masa fecal confinada, la cual amenaza seriamente con perforarle el píloro, cual xenomorfo en la excelente saga de películas "Alien"? Heidegger se las vería negras al asentar sus posaderas en el trono y discurrir el acontecer, mientras crecía su desespero. 

Dejando a Heidegger y sus apuros gástricos—Hay que comer más fibra Martin. Retornando al rehuído asunto de la vida y la muerte. 

Aviso: Incluiré elementos del nihilismo existencial. 

La única vida que hay es esta—que sepamos empíricamente—, a menos que mantengamos un credo budista y aguardemos una anamnesis—el paso a una nueva alma, la salvable reencarnación respecto de la nada. 

En lo que quiera que sea eso que llaman conciencia—cerebro o propiedades emergentes mentales, exo-cerebrales— Suena en el "background" de ella, el grupo Evanescense y la letra de su célebre canción—"save me from the dark, save me from the nothing that becomes".


J.B.B
Aunque suene paradójico en principio. He llegado a la conclusión de que la libertad constituye la aceptación de lo que nos pasa. Es decir, asumir las limitaciones y vivir conscientes de ellas. No es casualidad que  numerosos pensadores—estoy a años luz de su sabiduría y no lo manifiesto por falta modestia, sino porque es cierto—hayan arribado a la misma idea.

Sí, a su vez yo respaldo que tiene lugar un destino en los individuos. Tarde o temprano, este se nos revela de alguna forma. Luchar contra él es en vano, semejante a plantar batalla a un escrespado mar tempestuoso. El destino es una bestia, y solamente nos resta subirnos a su lomo y no caernos de la montura.

La libertad es justamente la apercepción del no control. Algo que suena tan simple y que sin embargo trae de cabeza a la gente, resistiéndose a dicha admisión de los límites. Todavía no hemos reparado en que el control es la antítesis de la libertad. Dejar que las cosas sean y fluyan, poner en práctica el "wu wei" taoísta (traducido como no acción, no forzarlas, como pasa con el crecimiento de las plantas) es por el contrario la acción más libre de todas.

sábado, 17 de agosto de 2019

La razón como herramienta "natural"—moldeada por la evolución biológica, e inevitablemente empapada de cultura (logos—lenguaje) y (nomos—leyes y normas) , la capacidad del juicio, nos permite distinguir el bien (virtudes-amor, generosidad, respeto, responsabilidad, atención-cuidado, salud) del mal (vicios, daño, malestar, en contra de lo adecuado referente al conatus spinocista—perseverar en el ser, autoconservación individual y colectiva—como especie.

En íntima relación con las virtudes y vicios expresados, naturalmente (los sentimientos anidan en nosotros de forma natural, luego no forzada ni bajo coacción) se inmiscuyen los sentimientos de por medio (con base en el placer y dolor fisiológicos, asociados con los correlatos empíricos—cuerpo de vivencias) y conducen el asunto al ámbito de los intereses particulares; la conveniencia y utilidad, el beneficio propio; el fin aristotélico, que se persigue por él mismo y no por otro, la felicidad. (Aristóteles, Ética a Nicómaco)

El ser humano es egoísta por naturaleza (en términos biológicos-evolutivos—no poco denostados por el discurso posmoderno y sus corrientes constructivistas—busca su bienestar y adaptarse de la mejor manera posible), pero al tiempo si las condiciones circundantes; las circunstancias no le hacen peligrar, suponer un riesgo—experimentar una pérdida/perjuicio considerable, padecer dosis de sufrimiento medias y altas, no cubrir sus necesidades básicas, etc. Entonces, y de acuerdo con David Hume, el individuo es capaz de mirar por otros mostrando benevolencia, preocupación, estima-aprecio y empatía por sus semejantes, en especial los más allegados y con los que establece un círculo relacional más cercano. Mi visión del asunto: "Somos un ser pro-social acotado".

Hay que tener en cuenta que, cabe un aprendizaje distorsionado/tergiversado de ambos conceptos-valores morales descritos, a manos del medio cultural y sus variados estímulos. La complejidad y consecuente problematización de la moral constituyen una realidad, la simplificación—(de sesgo kantiano. Amplitud del obrar altruista (desinteresado) al género humano deontológicamente—mediante el deber—como condición sine qua non. No todo es oro en la herencia ética racionalista y anti-psicologista dejada por Kant)—un ingénuo artificio.

De estas líneas previas se desprende la relevancia de la educación. La enseñanza-aprendizaje correcta de las virtudes; a fin de no confundirlas con los vicios, en el ethos (comunidad) por parte de sus diferentes actores en clave de la filosofía clásica (platonismo, aristotelismo, epicureísmo...) y fundida-apoyada por las teorías pedagógicas contemporáneas.

Un puente entre el paradigma clásico y el coetáneo.

—Nada de inconmensurabilidad (medición, comparación o comunicación) de paradigmas generalizada, le respondería a Thomas Kuhn. La nutrición de la sabiduría antigua con la presente resulta viable, y yo añadiría que "necesaria".

P.S [post-scriptum] Si no estáis de acuerdo con el escrito, francamente me importa bien poco.

J.B.B

martes, 13 de agosto de 2019

RELATO

RELATO

—¿Y cómo esperáis contemplar a los demás con cierto orgullo, satisfechos con vuestro ser, cuando sentís vergüenza/os avergonzáis de vosotros mismos?

Yo fui uno de los primeros en degradarse a la altura de las repugnantes liendres y piojos y en medio de ese estado recurrí a un auto-parasitismo. Succionaba ingentes litros de mi néctar; la endeble autoestima y dormitaba, en mímesis con los murciélagos, en los lóbregos rincones de mi madriguera o barril de Diógenes: la estrecha habitación__para un servidor, la notablemente subrayada línea de demarcación entre el individuo-mundo.

Cuando, la tímida en ocasiones y otras altanera, luz se filtraba por la ventana, ráudamente la cerraba a cal y canto. Aborrecía la claridad y cualesquiera de sus referencias sensibles y abstractas-inteligibles, el traimiento a la memoria de las geométricas formas regulares e irregulares, que habitaban en el conjunto de mi persona, las internas y las externas. Entre esas cuatro paredes de mí circunscrito mundo, sucumbí a la enfermedad mortal kierkeegardiana: el desespero. Allí me sentía desvanecer como ser en el mundo, análogo a un desatendido e inadvertido microbio, surcando el frío e infinito cosmos dispuesto ante su marco de visión; el suelo. Me divisaba demasiado minúsculo, como para comprender que el calificativo "diminuto" en realidad estaba referido a la estancia, en la cual estaba recluído.

Sin embargo, un buen día simple y llanamente me harté. Seguramente, los estudiosos en materia de psicología y psiquiatría habrán descubierto en esta era de avances y retrocesos, que se alcanza un margen de apatía irrebasable. En otras palabras, la pasividad no alberga un desplazamiento infinito, camina por rachas y algunas llegan a ser anuales e impredecibles. En el transcurso de ese intervalo temporal salen verdades, que prefieren ser tomadas por sordas. El cerebro es un órgano sumamente caprichoso. Se agota de reservas de dopamina, oxcitocina, serotonina y demás hormonas, al margen de la voluntad del individuo. Es una fábrica prácticamente incontrolada y autolegislativa (sigue sus propias leyes).

¡¡¡No!!! Cuando te precipitas hacia la brutal ausencia de conciencia, a las inefables tinieblas. En tales circunstancias, paradójicamente reparas en que no es real la libertad. El albedrío, poseído hasta la fecha, no es más que una obra de ficción, orquestada por las jornadas del jolgorio; el vaho de la alegría empaña el translúcido cristal de la realidad. Aburrido de mi desdén. Un abstracto cuadro de la negatividad, revolucionándose en contra de su autorreflejo. Con la escuálida libertad a cuestas, destruí ese espejo. Arremetí de lleno contra la simetría de la negación, tanto de mí como del resto de animales con uso de razón (con excepciones).

Muy lentamente, procedía a la ascensión en la naturaleza. Una elevación restada de jerarquías, sino en una tonalidad que podría calificarse de budista, en comunión con la vida en términos generales. La primera decisión, con la noción del determinismo cerebral, fue la de permitir que el recinto donde dormía volviese a contener luminancia. Inclusive el reino vegetal, con el que comencé por asociar conmigo, requería de calor y el suave roce de los rayos solares con objeto de desarrollar la fotosíntesis, analógo a dichos seres vivos.

En las lagunas de la poco precisa y fiable memoria, acierto a divisar a mi madre llamando a la puerta interdimensional, que divorciaba los conceptos habitación-resto de la casa. En mí, ni siquiera respiraba la voluntad de abrir el picaporte. Por el contrario, ella penetraba en la celda y depositaba el alimento en la incognoscible superficie. Albergo ligeros y fugases fogonazos de momentos, en que arrastraba mi imperceptible cuerpo y dedicaba una anhedónica (sin placer) cata, unos bocados mínimos al plato servido.

Unos meses después y pasada la etapa del orden o identidad de alma vegetal (recalco que suprimiendo escalafones divisores o diferenciadores, establecidos entre otros por los filósofos clásicos), subí__inversamente a Dante en los alegóricos círculos infernales__a la categoría de los miembros animales. Ahora, había realizado la proeza, poco a poco, de accionar el picaporte de la puerta de mi habitación y ejercitar el movimiento de los miembros anquilosados por los diferentes cuartos, acudiendo heterótrofamente (acudir en busca de comida) al frigorífico a servirme alimento y llevando a cabo una dieta más propicia de un animal omnívoro (ingerir toda clase de comida). Atesoraba los instintos y necesidades básicas sobrevenidos: el hambre, la sed, el sexo, etc.

Aparte, me percaté de que alcanzaba unas cotas (muy bajas, eso sí, pero se trazaban cifras en la gráfica perceptiva) de empatía con los habitantes con quienes compartía techo, nutrientes calóricos y no grasos, luz y agua. En efecto, un principio de agrado hacia su presencia se dibujaba en mi abanico emocional, cual animal contento al advertir que personas con quienes habita asientan cariño en su trato. La empatía, el sentimiento de afecto e interés y preocupación por los miembros participantes—el problema filosófico de las otras mentes—-, antes prácticamente invisible, incrementaba (levemente) su voz.

Transcurridos dos años, el bienestar se restauró prácticamente por completo y arañé el orden humano, uno en el que raramente o quizá nunca había obtenido comodidad, una estancia que admitiese como mía. Desde una edad bien temprana, siempre me habían representado como un invitado molesto dentro de ese género, motivo principal éste por el que ni por asomo acertaba a encajar en la ecuación "humanidad". Apunte: -Vaya usted a saber si alguien comprende un carajo de su fórmula y solución.

En los parámetros descritos, brotó de las raíces de mi tierra psíquica y orgánica un sano orgullo, ese que no pretende mirar por encima del hombre ni del hombro, sino solamente hacer notar que -soy un ser en el mundo (con atributos vegetales, animales con sus caracteres pasionales y aquellos cognitivos y afectivos más complejos en los humanos) complacido de sí, con sus privaciones de libertad, dependiente de los —inputs y outputs (entradas y salidas)—cerebrales y lidiando bio-socialmente, le guste o no, con su entorno y sujetos de naturaleza múltiple e incierta ¿para qué engañarnos?, pero que a fin de cuentas entiende.

A tenor de lo narrado en estas líneas, no habría ningún conjunto de razones para descender la cabeza al cruce de las miradas en la calle. Rememorando al filósofo holandés Baruch Spinoza: "La actividad más importante que un ser humano puede lograr, es aprender para entender, porque entender es ser libre".

J.B.B

lunes, 12 de agosto de 2019

OBJECIONES AL RELATIVISMO CULTURAL. LA PROPUESTA PLURALISTA EN ANTROPOLOGÍA

Personalmente, estoy en desacuerdo con la corriente antropológica del "relativismo cultural/culturalismo", en lo tocante a comprender e interpretar "neutralmente" a las demás culturas (desde sus propias creencias, valores, prácticas, hábitos).

En otras palabras, interactuar o establecer cualquier contacto inter e intra-cultural con ausencia de juicio en el miembro no nativo. La cultura y sus subproductos son tomados como marcador primario de la realidad humana, único marco de comprensión-estándares cultuales- del ser humano, desatendiéndose otros y negándose cualquier clase de absolutismo ético y moral.

Yo sí mantengo que por ejemplo el asesinato-sacrificios, violación sexual, mutilación de clítoris y robo son incorrectos/reprobables en términos morales, independientemente del contexto lingüístico- cultural/étnico, desde el que se enuncie la frase.

No obstante, sí concuerdo con el relativismo cultural en que tienen lugar diferentes racionalidades (esquemas, valores y cuerpo de creencias en el globo, mas lo anterior no implica que deba aceptarlas/compartirlas todas ellas por el mero hecho de realizarse dichos hábitos empíricamente, manifestarse en la práctica antropológica.

Es decir. Si bien me muestro partidario de la diversidad cultural, pues constituye un fenómeno real. Empero, creo que deben existir una serie de normas, principios y reglas comunes al género humano por encima de las particularidades geográficas, lo que no significa desprestigiar o repudiar las costumbres y creencias de otras culturas con base en que resulten ajenas a las nuestras, siempre claro está con la condición de no se vulnere el sistema normativo-axiológico consensuado propuesto con anterioridad.

En absoluto se deriva de esto que la cultura receptora resulte superior cualitativamente frente la emisora (perspectiva ETIC-del investigador frente a la EMIC- la perspetiva de la cultura nativa estudiada, o con la que nos comuniquemos).

Lo mostrado en este texto entraña la diferencia entre el pluralismo y el relativismo. Mi posicionamiento en este asunto de cariz antropológica, es pluralista: "Todo cabe, pero no todo vale".

J.B.B