martes, 30 de noviembre de 2021

De cómo necesitamos ficciones para huir de la realidad.

Muchas personas no lo comprenderán, pero me resulta difícil—por no decir imposible—no pensar que soy una ínfima onda en el océano. Me invade la percepción de lo sublime, el vacío ante la inmensidad circundante y extendida más allá horizonte visible... la bella, y aterradora a la vez, paradójica noción de insignificancia y aceptación del inevitable descontrol, vértigo, soledad e incertidumbre como condición de la existencia, la de ser esa diminuta y confundida onda, desplazándose a través de los azarosos vientos y aguas del porvenir. Será por eso que requerimos tanto de ocupaciones, actividades, entretenimientos, nuestras drogas, amistades, amores, trabajos, preocupaciones mundanas, hobbies, pasatiempos...centrarse en otras tareas y mantener la mente distraída o bien enredada con otros asuntos: la ficción de coherencia y sentido. La anestesia para el enorme absurdo que somos y nos rodea. En dos palabras: la simulación, la Matrix. 

El cerebro nos engaña evolutivamente para huir de esta verdad, posiblemente la única. Sobrevivir a costa de la mentira de creer que hay un propósito fuera de la subsistencia por el que hacemos las cosas. No, a mi entender es la batalla del organismo, de la humanidad contra la entropía, la depresión y la angustia. El fármaco natural para soportar vivir. Justamente, cuando nos golpean los trastornos como la depresión y somos huérfanos de ilusiones, experimentamos el desasosiego de la existencia sin objetivo ni motivaciones. Paradójicamente, estamos obligados de la simulación, nos mantiene saludables y con proyectos, sueños, deseos y metas, que nos alivian de concienciarnos de que somos esa casi invisible ola en la vastedad cósmica. 

viernes, 26 de noviembre de 2021

De la felicidad

La génesis de la felicidad desnuda obedece simplemente a reacciones químicas de neurotransmisores, entre los que se halla la serotonina. Estas señales, de por sí, carecen de valor. Lo que para mí genera el verdadero encantamiento, es no pensar en dicha felicidad, estar inmersos en el existir. 

Un agujero negro no se percibe como tal desde su interior, al igual que tampoco tiene lugar un sentimiento de ofuscación cuando uno se halla metido en el "ser-estar" y no da vueltas sobre las cosas. No obliga uno al Ser a manifestarse, a representarse como objeto, tal como señalaba el filósofo alemán, Martin Heidegger. Cuando dejamos a un lado los por qués y la búsqueda de ser felices, fluímos y permitimos que dichos componentes químicos se liberen de su cárcel reflexiva, pues el pensamiento es el carcelero de la de la posibilidad de experimentar felicidad. 

Dicho olvido del concepto, el alejamiento de la categorización y las operaciones del entendimiento kantiano que anhela organizar y ordenar toda la diversidad de intuiciones, junto con dejar a la blanca paloma volar hacia las ideas de la indeterminación, a modo de una meditación ejecutada hacia nuestro lado más inconsciente, se traduce, a mi juicio, en lo que más se aproximaría a eso que llamamos felicidad.

La felicidad consiste en un apagón de la razón analítica-utilitaria. Abandonar la misión de pretender conferirle un sentido a los momentos [control], y parejamente, implica  ser parte de la vida. La felicidad nos retrotrae al inicio, a la infancia. La luz siempre emerge de la oscuridad y la época más oscura y por ello la más feliz, pese a que entraña muchos de los traumas que arrastramos más tarde, acostumbra a ser la niñez. 

En síntesis, tal cosa es la felicidad: La reconciliación de las paradojas de la razón-emoción, un beso de la conciencia y la inconsciencia. Permitirnos ser arrullados por las corrientes del olvidado pasado infantil, a su inocencia y sorpresa, impulsadas al "ahora". Para mí esto es la felicidad. Debido a que se trata de un sentimiento subjetivo, para ustedes bien cabe que signifique otra cosa. Si tuviese que definirla poética-filosóficamente, la descripción resultante sería similar a lo que a continuación expongo:

"Ignorar que se está viviendo un sueño, consintiendo a la memoria que retenga dicho viaje onírico. Una sensación  típica del durmiente, pero en estado de vigilia. Se trata de un tiempo relativo al punto del soñador, acompañado del sentimiento de la efímera duración que trae consigo cualquier sueño una vez que despertamos." 

Como en el experimento mental, llevado a cabo por el filósofo norteamericano pragmatista, Hilary Putnam, la conciencia sabe de la felicidad por su final o del retorno de la mirada racional. El cerebro apercibe que previamente se encontraba metido en una cubeta, conectado con cables que simulaban sensaciones, porque en algún momento cuenta con la oportunidad de percibirse regresar a su cuerpo y contemplar otros cerebros en cubetas.  

Si se niega la opción anterior de captarse el cerebro a sí mismo entrar y salir del cuerpo, el cerebro será ciego de su condición, análogo a la felicidad, si no se confronta esta con su término contrario. Dialéctica. Dicho en otras palabras y parafraseando a Arthur Schopenhauer: 

la salud  se valora cuando la enfermedad hace su aparición. 

Paradójicamente, la felicidad precisa de la infelicidad. Obviamente, si la a persona quiere concederle trascendencia a su dicha cuando se vea envuelto en ella. Ante una respuesta negativa a esto, confundirá caprichos y placeres con un fin en sí mismo, libre de toda utilidad, y que a todas luces es la felicidad en términos—si nos ponemos más quisquillosos— más objetivos.  


domingo, 21 de noviembre de 2021

Los límites de la ciencia. Entre lo físico y lo imaginario

Al lanzar la vista a la imagen de Ío, una de las lunas de Júpiter,  pareciera que el arte no acaba en el soporte, sino que subyace en el tejido del cosmos. 

Yo me considero indefinido, porque me gusta la variación, y no integro que la realidad compleja pueda sintetizarse en un solo y absoluto camino. Al observar estas imágenes pictóricas, similares a un cuadro abstracto, no puedo evitar sentir cierta simpatía por el ser de las cosas. 

Veo complicado que resulte del capricho del ser humano que la naturaleza albergue estas formas y colores a tanta distancia del planeta Tierra, aunque es cierto que el universo es el mismo desde donde lo miremos, por lo que no debería sorprenderme tanto de estas semejanzas. No obstante, sí que tienen lugar incógnitas que probablemente jamás se despejarán del todo, o bien posturas no concordantes ¿acaso no hay controversias entre los científicos?

Los hay que defienden que las cosas están ahí, con sus propiedades fijas y para ser descubiertas, como la serie de Fibonacci. Otros postulan que nosotros las ideamos con un modelo o escala humano que permite describirla y explicarla según nuestros estándares. Incertidumbre es la identidad de la certeza y por eso quizá jamás haya seguridad o estabilidad pura, porque cuando se intenta desvelar o manifestar, se interrumpe  la coherencia cuántica-simetría perfecta. Intervenimos y alteramos el fenómeno. Quizá, aún cuando estén ahí las propiedades, nunca logremos captarlas en sí, como pasa con nuestra medida de tiempo lineal. Deberíamos romper con nuestras 3 dimensiones para juntar circularmente pasado-presente-futuro. 

A lo mejor nunca conoceremos los secretos del universo ¿qué acaso no hay partes inobservables en aquel? Zonas oscuras donde únicamente tiene cabida la física teórica, conjeturas matemáticas, espacios de Hilbert... Paisajes mentales próximos a la creación, el arte. Esto para mí es ciencia: Disenciones y sueños hacia el infinito. La certeza nada más que coexiste entre esos mundos posibles. Todos acertarán en algún punto y errarán en otros. De la probabilidad sale la lógica, y es parcial. Solo la entropía se para en el 0 absoluto, cese total de energía, la muerte. 


Foto de "astronomy_eye"

miércoles, 3 de noviembre de 2021

De admitir la incertidumbre

Ami juicio, lo más sabio que se puede decir es: "solo sé que nada sé" cómo Sócrates y me maravillo con la inmensidad que desconozco. Lo que se no es sino una mota de polvo, una minúscula molécula de agua. Hay tanto que ignoro que al final llega a ser nada, puesto que nada y todo—meros constructos— sinónimos son y en la duda se superponen. Por eso, yo al menos, considero que la duda contiene las verdades posibles, la coherencia cuántica no rota por la certeza, los estados superpuestos, que además desaparece [la certeza] tras materializarse o acontecer el fenómeno y la variación es la "norma no normativizada", traducida en que ninguna situación es igual a otra. Ni siquiera uno mismo es el de otras circunstancias pasadas. Citando a Heráclito: "Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río".

Dicha norma del cambio se produce al margen de nuestros deseos. Nos sobrepasa, es la falta de control que tenemos en realidad. De ahí que, a mi criterio, la duda y la admisión de ignorancia exprese ese reconocimiento de aceptar la imprevisibilidad. Saber que uno solo puede estar seguro de que no sabe, se entregue a seguir buceando y creciendo su asombro por lo que queda por descubrir. No cerrarse. Explorar otros caminos, aventurarse en lo ignoto, porque no tenemos nada que perder cuando no hay directrices fijas, nada más que hipótesis, conjeturas, falibilidad, probabilidad sujeta a esa norma del cambio que es la vida misma. Ley de Murphy: "Si algo puede pasar pasará" y segundo principio de la termodinámica de la entropía: "el desorden tiende a aumentar siempre". 

La seguridad es una ilusión de la mente, un engaño de la evolución, y que finalmente nos impide sacarle el jugo a la vida por ansiar dominar lo indómito, pagando el precio de la desdicha. Y por todo ello, estimo que la la auto-ignorancia comprenda una señal de sabiduría. Como se mencionaba en la película de Woody Allen: "si la cosa funciona perfecto, y si no, pues perfecto también" ¿acaso podemos evitar que algo funcione o no lo haga al 100%? ni siquiera un 50. Algoritmos aleatorios asignados por el azar... Por eso lo sabio es decir: "solo sé que nada sé", sinónimo de "estoy en la propia incertidumbre".

lunes, 1 de noviembre de 2021

Reflexión mañanera

 Una reflexión mañanera:

¿Y tú cómo ves la taza medio llena o medio vacía? 

-La cosa no es cómo está la taza, sino preguntarse si en realidad hay taza, porque eres tú quien la está creando cómo la ve, y que "lleno" o "vacío" tenga que ver con un estado anímico concreto o ligado de forma innata a nuestra psicología, pero a su cerebro todo eso le da lo mismo. Lo captado se debe a la cultura en la que se ha crecido, en un inseparable beso con unas funciones biológicas óptimas, para darle cabida al entramado múltiple de ese concepto complejo denominado realidad. 

A mí entender hay demasiadas creencias esencialistas, como si las cosas tuviesen un sentido en sí mismas y no obedecieran a nuestra interpretación de ellas. Olvidamos que las señales no suponen nada hasta que les conferimos importancia. Fíjense en que hasta los rusos captan más colores en el arco iris porque para ellos el azul marino es un color diferente del azul claro. Categorizamos el mundo, pero olvidamos que somos los creadores, como un pintor que ignora su propia obra y da por sentado que aquella existió por siempre. 

Incluso el universo tuvo un comienzo, una gran explosión y se halla en expansión por la intervención de la gravedad, fuerzas repulsivas y atractivas que evitan el fatal colapso entre estrellas y otros cuerpos celestes. Algún día la galaxia que habitamos será engullida por un gigantesco agujero negro, y probablemente a nadie le afectará. La muerte no es sino una ley física: entropía, aumento del desorden, deterioro celular sin objetivo ni interés, hasta que alguien le atribuye el consabido ritual al fenómeno con el sentimiento de pérdida, amor y apego en las personas que se marchan. El más allá y todas las posibilidades metafísicas habitan en la idea. Si se quiere progresar por encima de esto, se rompe la frágil burbuja que compone eso que llamamos ser-existir. 

A mi juicio al menos, nada importa en sí mismo. Todo esto que he relatado carecería de absoluta relevancia si permaneciera ajeno a mi curiosidad, alguien no hubiese indagado en ello y no tuviésemos información para establecer hipótesis, definiciones y modelos de las cosas que nos rodean. Mientras tanto, disfrutemos del café.