viernes, 27 de febrero de 2015

Una pedagogía naturalista

¿POR QUÉ NO UNA PEDAGOGÍA (EDUCACIÓN) NATURALISTA?

En educación podríamos aprender, tomar de modelo a la naturaleza como maestra, tal y como sugería el filósofo y pedagogo Jean Jacques Rousseau, aunque en clave (sentido) diferente. Me refiero a un enfoque más etológico a la par que psicológico (etología- estudio de la conducta animal no humana, psicología -estudio de la conducta humana). Una muestra de esto que se menciona, estaría en una observación de la crianza efectuada por las otras especies animales, que habitan con nosotros este planeta. Aunque su existencia la solemos olvidar, debido a nuestra absurda separación antropocéntrica (el ser humano como el centro de todas las cosas, tal que si éste fuese el único ser que se desplaza y respira  en los múltiples rincones y ecosistemas que se extienden por la Tierra) entre naturaleza-cultura (somos naturaleza por mucha cultura, adquisición y transmisión de normas, valores, creencias que nos influyan).

Las demás especies animales no humanas incentivan (potencian) la autonomía, no generan un paternalismo o maternalismo, una protección constante que limite el auto-aprendizaje de sus retoños (hijos) . Esto se traduce en conceder más grado de actuación a los niños y niñas, para que,del mismo modo que sucede en las clases de animales no humanos, exploren e investiguen el nuevo mundo que se alza ante ellos. Por ejemplo, las tortugas ponen sus huevos en la playa, y al abrirse estos, las crías van ellas solas reptando hasta el océano. En el grupo de las aves, en las familias de las ocas salvajes, los polluelos se lanzan a volar cuando creen estar listos, sus padres no les impiden que se aventuren a saltar al vacío, si tropiezan o caen sin lograr planear, batir sus alas en el aire, ya aprenderán.

Lógicamente, tampoco se trata de quedarnos quietos y no intervenir si la vida de nuestros hijos e hijas corre peligro, ni desatenderles o ignorarles en el caso de que sufran daño o precisen ayuda. Aunque sí dejarles un poco a su aire, no frenar su interacción con los objetos y sujetos que están a su alrededor, contribuir a que amplíen sus esquemas, márgenes del mundo, abrirse a nuevas experiencias, enriquecer su insaciable curiosidad, alcanzando sus propias conclusiones, desencadenándose interesantes preguntas en ellos/ellas hasta ahora no formuladas.

domingo, 15 de febrero de 2015

La naturalización del egoísmo

<<La naturalización del egoísmo II: Planteamiento de un egoísmo positivo>>.

El egoísmo es necesario para avalar la subsistencia. Los instintos, reflejos, estímulos y demás respuestas emocionales básicas manifestadas, son mecanismos biológicos que primeramente poseemos desde el plano individual, buscando los medios para no perecer o morir.

El problema, es que el egoísmo es utilizado a la par que entendido normalmente de forma negativa, resaltándose una satisfacción única de los individuos, con olvido del grupo, contraproducente para asegurar el bienestar y el futuro de la especie que prevenga la temible extinción. Parece lógico afirmar que las múltiples especies no practican esta clase de conducta completamente provechosa o ventajosa para consigo mismas, invalidando a sus compañeros, puesto que el resultado conllevaría la extinción del conjunto de poblaciones de especies del planeta. Esta perspectiva  comentada, que nada más incide en la competitividad y una consecuente desconfianza continua entre los individuos, establece lo que una amiga me ha sugerido denominar <<egoísmo negativo>>.

El egoísmo que exponemos aquí es uno en clave positiva, traducido en tomar en consideración los deseos y pasiones naturales compartidos por el conjunto de organismos, que nos mueven hacia la preservación de nuestro ser biológico animal. Lo que cambia, es que gracias a la complejidad que ofrecen los procesos ocurridos dentro de los sistemas cognitivos cerebrales (mentales-corporales) en la especie humana, sin presentar por ello una diferenciación o superioridad, jerarquía frente al resto de plantas y animales no humanos, que nos distancie y aísle del núcleo natural. En el caso humano, se adquiría mediante la educación, el periodo de enseñanza- aprendizaje, una orientación de esos impulsos fisiológicos de especie, los cuales desemboquen producto del hábito y las costumbres, en una cooperación, colaboración, mantenencia de lazos de empatía y solidaridad con el resto de miembros pertenecientes a nuestra especie y ajenas. Obraríamos desde el interés del sujeto, para alcanzar posteriormente la obtención de un beneficio mutuo grupal, colectivo, resolviéndose con las herramientas naturales-sociales, conflictos varios, problemáticas más complejas (recalcamos, no por ello infravalorar las funciones de los demás sistemas vitales plantas y animales no humanos) que las que acontecen en el reino vegetal y animal no humano.

Esta otra visión alternativa del egoísmo es una naturalizada, que atiende a los elementos biológicos-genéticos constituyentes, la base de cualquier organismo biológico, debería calificarse según mi amiga, con la cual estoy de acuerdo, de <<egoísmo positivo>>, en contraposición a la defensa de un altruismo desinteresado, derivado del discurso religioso, que invisibiliza y niega el interés por adquirir a través de nuestras acciones unos beneficios individuales, personales, tales como la misma satisfacción por prestar ayuda ¿Acaso hay pasividad o desvinculación en esta conducta?

Es decir, que en nuestra propuesta se arranca del egoísmo biológico que nos conforma a todos los seres vivos en pos de persistir, para ir modelándolo en un ambiente donde nos desarrollamos, conduciéndolo hacia unos intereses comunes, destacándose unas relaciones sociales de conveniencia, las cuales favorezcan la convivencia, dándose una participación íntersubjetiva (entre los sujetos), que se corresponde con la predisposición biológica para interactuar con otros miembros de la especie, expresadas mediante una conducta pro-social. Matizar que el resto de especies al igual que nosotros, se relacionan entre ellas, se ayudan, llegan incluso a sacrificarse por otros miembros cuando la vida de estos peligra, o bien se hallan en peligro, socorriéndoles. No se está negando la sociabilidad, o que acudan para aliviar el sufrimiento de quienes padecen dolor, simplemente se aclara que estas reacciones obedecen a unas causas o razones intencionadas. Dicho de otro modo, la activación de lo que se conoce por respuestas empáticas (ponerse en el lugar del otro) no es casual, ni tampoco un acto de altruista.

Jorge Beautell Bento, en colaboración con una amiga, compañera de filosofía, quien ofreció el término del <<egoísmo positivo>> como alternativa al clásico <<egoísmo negativo>>

Además, le agradezco enormemente que me haya animado a replantearme el punto de vista abundante en ética-moral, el cuál defiende a ultranza un altruismo biológico, que considera que las especies actuamos solidariamente, compasivamente sin esperar recibir una recompensa, una compensación de algún tipo. Dicho altruismo puro desnaturaliza la presencia del egoísmo, el cuál representa un principio elemental que posibilita la auto-conservación propia de cualquier forma de vida.