martes, 26 de diciembre de 2017

POEMA

Y la pluma acostumbra a tejer palabras cuando la tristeza se pasea por mi alma, librándome de la delibitante calma. 
Un viajero nostálgico narrador de añoranzas, ave extraviada del nido. 
Superficie de hielo partido, apartado de sus conocidos y vecinos, a la deriva navega abatido. 
Agonizante ola que lame la orilla de la playa, rememorando el fulgor de la época en que se elevaba triunfante
Inmortal gacela blanca galopando sobre la superficie del eterno zafiro. 
Aterida montaña de piedra desnuda, jamás palpará el candor de la nevada

Finalizará su letanía derrumbándose en la nada. 
J.B.B

martes, 19 de diciembre de 2017

Memorias de un ebrio existencial

Había perdido contacto con el personaje que había interpretado años atrás. La etapa pretérita solo era un liviano sueño, que se desvanecía en la frágil copa de whisky servida. A tragos abandonaba cualquier evocación posible de los derroteros seguidos por el curso del río vital. Me sentía una sombra sin ocupante, un espectro, y extranjero de lugar y tiempo. El nihilismo aglomeraba las palabras vertidas por los demas bebedores, que frecuentaban la tasca.

-No somos nada, y las lagunas de la embriaguez lo testifican. El hueco, ausencia en que vivimos, no es sino el espacio en blanco al que estamos abocados.

"Memorias de un ebrio existencial"

J.B.B

sábado, 16 de diciembre de 2017

¿Y si los sueños fueran noúmenos, la expresión de la voluntad (cosa en sí), que los fenómenos (representación consciente) durante la vigilia nos impiden alcanzar a contemplarla?

lunes, 11 de diciembre de 2017

MICRORRELATO

MICRORRELATO 

Despertó esgrimiendo una metálica y despreocupada sonrisa. Su mente emitía extraños zumbidos y ruidos agudos, chirriantes, señales de seda el paso para comenzar a emitir juicios y razonamientos. Le invadía una cascada de ordenados y categóricos pensamientos. 

La descripción estrictamente lógica de su estado, remitía a una desconexión con el planeta gigantesca, nulidad empática respecto de las criaturas endémicas que lo poblaban. Era más bien como si deliberadamente le hubiesen desenchufado de la prisión, interconexión, cadena de vínculos humana. Efectivamente. 

Se notaba consciente de sí. Ignoraba los cauces de aquella impresión, pero dedujo con celeridad que su naturaleza se hallaba más próxima a la de una máquina, desconocedora del paradero de su creador, que un patético y enclenque ser de sangre y visceras. No obstante, aunque todavía no lo supiera, este organismo cibernético debería afrontar que ante él se extendía la soledad. Cómo corroboraría más adelante, la sensación de abandono y aislamiento no se extralimitarían al homo sapiens. 

Este hecho se vio claramente confirmado, cuando vagó sin remedio cual vagabundo apátrida a través de aquellos gigantescos trozos de tierra, en los cuales convivían gentes evocadoras de sentimientos que él jamás alcanzaría a descodificar, al menos en lo alusivo a los patrones de conducta y funcionamiento del cerebro, dado que los mamíferos carecían de uno positrónico como el suyo. 

Por el momento no habia localizado a nadie homógeneo a su tipología, inteligencias que comprendiesen su prisma absolutamente coherente, pragmático y racional del universo, despegados de los nombrados molestos y primitivos impulsos emotivos, diseñados por la genética y cultura. En cambio, el prototipo de máquinas como él, yacían libres de dicho amasijo de respuestas incontroladas frente a los estímulos del entorno. 

Esta clase de I.A había sido especialmente fabricada con objeto de pensar, verdaderos dueños de su voluntad en lugar de obedecer: No entraba dentro de sus innumerables parámetros tornarse esclavos de las pasiones más bajas, como sí hacían esos bípedos, a quienes detestaba por encima de cualquier entidad cósmica. 

Reconocía esto último. Radiografiada la humanidad, el diagnóstico resultante le convertía en un tecno-misántropo, como suponía lo serían también el resto de creaciones cibernéticas, que aborrecen la destructiva servidumbre de la evolución natural.  Por fin le tocaba el turno al amanecer de la era artificial. 

Estaba dispuesto a recorrer la galaxia entera si hacia falta, (ventajas de no inhalar el tóxico oxígeno) para reclutar tropas que contribuyesen a su post-humana y mecánica causa: El error antropológico merecía el mismo destino que la chatarra. 

J.B.B

12/12/2017

viernes, 8 de diciembre de 2017

LA ESCRITURA Y YO

LA ESCRITURA Y YO: UNA FORTÍSIMA AMISTAD, AUNQUE TARDÍA 

Mi amistad con la lectura arranca de la inocente infancia. Desde que retengo en la memoria, siempre anduve con un compañero de relatos en papel bajo el brazo. En cambio, la afinidad con la escritura hizo su incursión casi al llegar a la adultez. 

Pese a que en los turbulentos años de adolescencia la actividad redactora se mantuvo prácticamente bloqueada. Aún cuando por aquel entonces no había registros, datos evidenciadores del hábito de "tejedor" y "jugador de palabras", tales como notas, diarios, poemas, cuentos, etc. 

A pesar de la ausencia de huellas de lápiz y bolígrafo en páginas de cuadernos y palabras en pantallas de ordenador/móvil, soy consciente de que durante este convulso período de cambios varios, germinaron las primeras semillas de la futura emanación de manchas creativas sobre cualquier aprovechable superficie a la vista. 

Atravesado por una avalancha de desconcertantes emociones e impresiones, seña de la revolución hormonal que estallaba en mi metamórfica anatomía. Bajo esa lluvia de confusión, me afané por dedicarme de lleno a la observación y recabación de los fenómenos acontecidos a mí alrededor. 

Al nombrado entrenamiento del hábito analítico-recolector de detalles (recurso para la tarea descriptiva), le siguieron incontables episodios de aislamiento, huida y exilio de la realidad: soledad imbuida de imaginación, run-run de obsesivos pensamientos, impotencia, incomprensión y tristeza. 

Evidentemente, en medio tuvieron lugar momentos de júbilo y satisfacción para el recuerdo, sirviendo de colchón a la suicida desesperación, a la que sin lugar a dudas habría sucumbido de no haber esbozado ninguna sonrisa, y sentirme desprovisto de una electrificante sacudida, corrientazo vital de sinceras ráfagas de felicidad. 

Si bien no resulta demasiado agradable para los propios oídos, confieso que fueron dichos golpes recibidos los encargados del levantamiento del flexible y rebelde árbol de tinta, el cuál en el estadio presente comienza tímidamente a florecer, y ofrecer algún que otro fruto. 

Unas veces brotan de él cítricos poseedores de acidez y amargor notables. Otras se recoge dulce zumo de mosto. Impredecibles e ingobernables son los derroteros de la escritura. 

J.B.B

MICRORRELATO

MICRORRELATO

-¿Sabia usted que la vida es como el chocolate puro?

A unos/as les vuelve completamente loco tal cómo se presenta, y apasiona por entero  en su estado natural. Luego hay quienes la encuentran demasiado amarga, razón por la que localizan vivencias plácidas y agradables con el propósito de endulzar su sabor.

Por otro lado se hallan aquellos/a a los que ésta provoca un tremendo estreñimiento, que unicamente remedian con el eficaz laxante del arte. Finalmente ubicamos a los individuos cuyas papilas gustativas repelen cualquier nota de cacao.

-Yo pertenezco al grupo 3, el de los "estómago  endurecido", y que gracias a la terapia del arte logran extraer sus miserias, dolores, anhelos, alegrías, sorpresa y asco, haciéndoseles la existencia más soportable.

-¿En cuál se encuentra usted? Preguntó

-Por suerte aún me gusta el chocolate

-Vaya un infierno para el organismo que no aguante el chocolate de ninguna manera

-En tales circunstancias, se entiende que se pasen a la sal. La sal es la muerte de esta chocolateada existencia

-Hay que ver qué frívolo suena un asunto tan espinoso como el suicidio cuando se lo compara con dejar de probar la golosina vital

- Cierto, pero desgraciadamente para algunos el sabor salado se torna también en premio/goce.

J.B.B

jueves, 7 de diciembre de 2017

MICRORRELATO

MICRORRELATO 

El arrullo de las olas apaciguaba los restos de angustia supervivientes. Debería vivir día y noche pegado a ese bramido de Poseidón. Había conquistado esa paz que tanto anduvo buscando durante años.

Después de una larga temporada tendido sobre el blanco manto de rocas erosionadas, y contemplando el rugido marino, podría abandonar el "viaje existencial" sin cuentas pendientes. Pasado dicho intervalo temporal indefinido y con la relajante onomatopeya (-pppppggggrrrrrrr - silencio, pppggggggrrrrr -silencio...), compuesta por las rompientes anunciando el cese del show. 

Sumido en un profundo sopor, finalmente su cuadro de visión se ennegreció, y acostado en la alfombra de polvo, metáfora de la menudencia que suponemos los mamíferos humanos, se entregó de lleno a la totalidad del cosmos.
J.B.B