domingo, 4 de septiembre de 2016

¿ES POSIBLE SUPERAR EL CONTEXTUALISMO ÉTICO-MORAL, SIN DEJAR DE RECONOCER LA DIVERSIDAD CULTURAL? DEJANDO ATRÁS EL RELATIVISMO EXTREMO.

¿ES POSIBLE SUPERAR EL CONTEXTUALISMO ÉTICO-MORAL, SIN DEJAR DE RECONOCER LA DIVERSIDAD CULTURAL? DEJANDO ATRÁS EL RELATIVISMO EXTREMO. 
La siguiente reflexión es una crítica al universalismo habermasiano (Jürguen Habermas-"Teoría de la acción comunicativa" y" Ética del discurso"), que tanta pompa adquiere en las filas de las ciencias sociales, pero también hace oportunas observaciones al relativismo fuerte, que admite cualquier pensamiento, aceptándose ideas racistas, homófobas, sexistas, clasistas, etc. A mi entender, para que el relativismo de carácter débil y no dogmático sea sostenible, hay que contar con unas bases mínimas de actuación, evitando un "todo vale" que ponga en tela de juicio esos valores básicos (desde nuestro punto de vista). 
No obstante, no se obvia que lo normativo-valorativo no es entendido de manera homogénea por todas las personas. Lo normal y su madre la normatividad se ubican y definen dentro de un contexto empírico determinado, por lo que no es establecido o acordado idealmente por unos sujetos perfectamente dialógicos y racionales, que alcancen absolutos acuerdos situados en "una abstracta comunidad moral", de acuerdo con la propuesta de Habermas. Aun así, el contextualismo conduce a una imposibilidad de flexibilidad en el pensamiento al equiparar por completo los lenguajes éticos/racionalidades, dejando de colocarse uno mismo como sujeto de crítica, aceptar disonancias, otros pensamientos distintos a los suyos, etc.
Si "todo es fruto del contexto", tal como se asegura en los círculos académicos filosóficos, antropológicos y sociológicos (contextualismo histórico, sociológico y antropológico). Entonces, los principios mínimos responden a una utilidad para posibilitar la convivencia, justicia e igualdad entre las personas. La construcción no deja de obedecer a una necesidad (empírica) de nuestro enfoque cultural, en cuanto a la defensa de unos valores y derechos básicos. Estimamos como condenables la esclavitud, violencia, maltrato, opresión, etc. 
Esta referencia ético-moral elemental, aparentemente no resulta perjudicial a la hora de tratar e interactuar con otros contextos, pero se problematiza irremediablemente al colisionar nuestro sistema de creencias con las suyas. Para tal labor, se requiere de la realización de complejos debates, alejados de "falsas situaciones ideales de habla", comprendiendo que no cabe un perfecto entendimiento, sino que hay resistencias, conflictos en el diálogo y la comunicación por parte de los participantes, al manejar distintos códigos simbólicos. 
Los "occidentales", geográficamente hablando, pues hay quienes no comulgan con la ideología de los países que integran el término "Occidente". Los nacidos en este espacio del planeta, sin obviar que la etiqueta respecto de su nombre es una construcción, quedando vacía de significado si el ser humano desaparece de la faz de la tierra, o si se determina que las fronteras semióticas (del significado) han variado su rumbo. Admitimos ciertas costumbres y ritos siempre que no atenten contra tales derechos y dignidad de los seres humanos. Sin embargo, cambia el hecho de que aquí somos conscientes del constructo en cuanto tales conceptos y categorías, así como la adopción de una postura de respetabilidad, dirigida hacia aquellas costumbres, tradiciones comunitarias y tribales que no vulneren dichos principios, mostrando preocupación por la identidad y diversidad cultural de los pueblos, así como su no supresión. 
Otro aspecto que fluctúa, es que no hay mención de "superioridad/"progreso moral". Se abandona un hipócrita sentido ilustrado en las nociones, el cual otorga realidad a los conceptos, tomados como entes existentes, olvidando la génesis convencional, historicidad de los mismos, pese a que éstos jamás se desplieguen sobre el terreno práctico, sino que solamente habitan la perfecta y bella teoría. Luego no somos "mejores" ni tampoco héroes, ángeles alados que juzguen sin examinarse a sí mismos (ésta es una dificilísima tarea. Sería una ingénua idealización apuntar que fácilmente, carentes de una educación que propicie la actitud crítica, lograremos ponernos a prueba y echar una ojeada en nuestras propias obras) . Es decir, que de conseguir esto, ya no nos ocultaríamos tras la falaz bandera de la occidentalizada y salvadora "civilización", culpando, tachando positivamente (positivismo de Augusto Comte) de "barbarie" o "salvajismo" a otras culturas/formas de vida/racionalidades, excusando de este modo nuestro terrible y asesino recorrido, quedando ausentes de una autocrítica que contribuya a la apertura de esquemas y el cuestionamiento de arraigadas convicciones. 
Simplemente se trata de una manera distinta de concebir el mundo, que no es tolerable ni admisible para nosotros, atendiendo a criterios consecuencialistas y emotivistas (búsqueda de placer y rechazo del dolor), tales como las consecuencias negativas, traducidas en dolor y sufrimiento, que mediante la permisibilidad de ciertas prácticas se inflige a otros seres humanos. Recalco que primeramente hemos de evaluarnos críticamente, observando las injusticias y atrocidades que cometemos (yo también me incluyo), sin cambiar rápidamente de tema o justificarnos cuando nos preguntan por la discriminación y exclusión que llevamos a cabo con distintos colectivos, el odio que sembramos y proyectamos sobre los demás, los actos violentos que desencadenamos a diario, etc.
El objetivo, es tratar de que se eviten tales conductas y hábitos, sin alterar ni romper la particularidad y riqueza de la historia de aquellos pueblos aborígenes, indígenas y no nativos, desterrando ideas colonialistas y de supremacía, al tiempo que se apuesta por una supervivencia/conatus colectivo (presentándose que no hay una única imagen del mundo)
Jorge Beautell Bento 
04/09/2016

sábado, 23 de julio de 2016

REFLEXIÓN PERSONAL VERANIEGA SOBRE POSMODERNIDAD Y MODERNIDAD.

REFLEXIÓN PERSONAL VERANIEGA SOBRE POSMODERNIDAD Y MODERNIDAD.

Desde mi punto de vista, la posmodernidad es relevante, porque refleja el absurdo, la incertidumbre y el sinsentido que caracterizan al ser humano. El ser humano es una nada insignificante y ridícula, que en su patetismo una vez se consideró especial, ulterior, pretendiendo estúpidamente dominar el mundo y oprimir, anular a quienes estimase con un rango inferior.

La posmodernidad, expone la cara de la barbarie que puede alcanzar la razón puramente instrumental (fines-medios). Se expresa el horror que causa una sociedad burocrática y movida por la fría lógica, donde los ciudadanos se han convertido en nuevas máquinas para la producción, obedeciendo sin rechistar cuales hormigas esclavas, una masa sin nombre/individualidad en las entrañas y las afueras de un hormiguero, cualquier norma o regla atendiendo al carácter natural, luego inmutable de las mismas (Esta analogía de la sociedad y el trabajo con el hormiguero, arranca de una representación humana, dado que más allá de nuestros esquemas humanos, es muy difícil cuando no imposible configurar retratos y descripciones puras, quedando como advertencia que la mirada humana es el espejo distorsionado, a través del cual se contempla y delimita el mundo/la realidad).

La posmodernidad ha sido condenada. Yo he sido uno de sus jueces en el pasado, cegato, falto de una graduación autocrítica. Ahora, observo que la posmodernidad constituye la manifestación de las fuerzas violentas ocultas,  residentes en la no tan progresista modernidad. Tanta sed de avance padecían los modernos, que estaban dispuestos a disolver las minorías en nombre de unos conceptos abstractos universales, donde una gran cantidad de identidades quedaba en el silencio, excluidas y sin voz. Por lo tanto, la posmodernidad representa la pintura de la fealdad moderna, la caricatura del ser humano, narrando los efectos de la industrialización y la tecnologización desmesurada, no evaluativa, experimentando con cobayas humanas, en laboratorios, a los cuales se les niega la etiqueta de "sociales".

Evidentemente, hay borrones y manchas en el lienzo de la posmodernidad, tales como el desdibujamiento de unos mínimos a los que acudir, perdiéndose en un nihilismo negador de todo, incluso de la condición humana, respecto a quienes no son contemplados como iguales humanos. Es hija también de un individualismo exacerbado, que nos ahoga ante la soledad y repele la colaboración. Allí donde se asienta la misantropía, el odio por lo que huele a diferencia, la cuál se ha vuelto totalitaria de tanto reivindicarse, dejando de lado a lo que no es igual a ella misma, razón por la cuál los colectivos únicamente identifican su propia distinción. A ella se suman el ascenso de los individuos a un escalafón superior, a costa del derramamiento de sangre, generación de violencia, bombardear poblaciones, alimentar el odio hacia quienes albergan otros credos, repudiar e invisibilizar a quienes habitan otras zonas geográficas, eliminándolos de los medios de información y comunicación, de la historia.

La posmodernidad y modernidad ofrecen una panorámica de claroscuros, contrastes entre oscuridad y luminosidad. En las tinieblas, se advierte el espanto, la efigie de un "grito munchiano" (cuadro de Munch), respecto a una modernidad que perdió su rumbo, por el hecho de pensar que la historia llevaba ya un camino dirigido, afirmando que la existencia contenía un fin en sí misma. En cuanto a la parte luminosa, ha encandilado la posmodernidad la conciencia social y los derechos humanos que una vez se promulgaron. La cooperación es necesaria, para sortear obstáculos y construir un mundo más solidario y pacífico, aunque hay que tener presente el conflicto y los desacuerdos, como parte de un diálogo realista y no contrafáctico (idealizado, sin mencionar las posibles barreras. Hay que dar la palabra al discenso (desacuerdo), como parte de una mayor representación de los participantes).

No obstante, pienso que el error de la modernidad, radicó en ser creyente de un absolutista universalismo, el cual se correspondía con los valores y costumbres occidentales, imponiéndose a otros países, colonizando los ámbitos sociales, políticos, económicos , psicológicos, éticos y morales. Aún cuando el pensamiento moderno cayó en este fallo, sabemos que el "todo vale" del ultrarrelativismo posmoderno tampoco arregla el asunto. De este modo, pareciera que una posible vía para solventar este problema etnocéntrico, recae en una educación, que fomente la empatía fuerte, no dogmática, autocrítica y solidaria, que a la par tampoco aparte los localismos e identidades particulares de las comunidades.

Queda claro que la ciencia no es nuestra enemiga, ni es sinónimo de "eje del mal," pero el arte y la metafísica tampoco son adversarios. Requerimos del arte para crear e imaginar, contradecir, decir lo que no se dice, expresar la inefabilidad. Hasta nos valemos de la metafísica, para la oferta de nuevos planteamientos y propuestas (toda propuesta parte de una postura metafísica). La ciencia resulta útil para mejorar las condiciones de vida de las personas. Si bien el pensarse a sí misma, reflexionar sobre su praxis, resulta vital para no volverse contra la humanidad que asegura defender, preocuparse y ayudar.

La cuestión está en no ceder ante el pensamiento único, que divulga la opresión y la tiranía. En mi humilde opinión, de esta manera podrían converger modernidad-posmodernidad en una relación dialéctica. Dicho de otro modo, alimentándose mutuamente, en pos de un futuro no tan distópico como el dibujado por la literatura de ciencia ficción y las obras de Huxley u Orwell. Aunque tampoco con un nivel almibarado de utopía, el cual haga fantasear una vez más a la humanidad con superarse a sí misma, construyendo nuevos campos de exterminio y armas, que hagan volatilizar ciudades en milésimas de segundos.

En última instancia, quisiera aclarar que lo escrito aquí responde a una opinión particular, sin afán de dogmatismo o voz única. Por el contrario, anhelo abrir caminos y tender puentes entre los antitéticos (contrarios) movimientos modernos y posmodernos, sembrar un poco paz entre las rivalidades. La herramienta utilizada para esta labor, subyace en la autocrítica tanto de una como de la obra. Los blancos y negros dan paso a una gamma de grises, que difuminan los bordes cerrados en que las ideas de unos y otros se tornan absolutas, acríticas y verdaderas, sin aspectos que pulir o echar abajo, reificar, deconstruir, desmontar y reconstruir. Ésto, se podría traducir en que la modernidad necesita de "posmodernización" y la posmodernidad de "modernización".