sábado, 31 de octubre de 2020

Henos aquí, en las vísperas de Halloween y casi besando Noviembre, con el termómetro marcando 27 grados y una mañana más propia de las fiestas de inicio del estío ¿Qué fue del otoño? De este nada más quedan añoranzas, la melancolía, imagen de ausencia en la naturaleza. Arrebatado su cambio de vestuario, solloza secamente entristecida. Su esencia por el cambio climático ha sido barrida.

POEMA

 Juzgad a un alma por otras que han pecado y cargadla de culpabilidad supina, aunque no se le conozcan causas aparecidas. Estas son las obras de toda ignorancia, las sagradas y de la razón fría. Hobbes y otros tantos condenaron a todo humano viviente por particulares fechorías. 

¿Y a quién se le permite gozar ya del perdón por falta original no cometida, privado por siempre de las caricias del corazón en esta tumultuosa y enemistada jauría?

jueves, 29 de octubre de 2020

La razón ha sido diseñada por la naturaleza como sabiamente apercibió Kant en "Fundamentación para una metafísica de las costumbres", con objeto de no ser tan dependientes de los instintos e inclinaciones como otros animales y especies. 

El ser humano puede mediante la razón forjar su camino y elegir. Los otros animales albergan razonamientos, aprendizajes  y están capacitados para resolver problemáticas adaptativas y posibilitantes por tanto de su subsistencia, más les está negado el concepto de civilización y forma general del reconocimiento humanos; la congregación entre los mismos miembros de una especie. Tautología: Lo humano no es humano para lo no humano ¿sabe lo no humano que no es humano? ¿cómo llegó a esta conclusión, si no ha sido humano para discernir qué entraña ser un humano?

Y esto dicho en las líneas previas está probado, el que otro animales no se alían sino particularmente y movidos por instintos, y por tanto no disponen de la idea mayúscula de espíritu [geist] o nociones comunes ni de la palabra que les define o hacer ser, la categoría en la traducción humana. Ellos mantendrán las suyas correspondientes, aunque en línea más defensiva y de satisfacción de necesidades básicas, empero, pese a que las bases biológicas son idénticas, los humanos no se quedan ahí y se arrojan a la posibilidad de ser algo que aún no es—imaginar futuros y de ahí que emprendan empresas y proyectos dirigidos a objetivos a corto y largo plazo. 

Una vaca recién nacida es en acto un ternero y en potencia una vaca, mientras que un niño es algo más que un hombre o mujer en la etapa y función evolutiva. De ahí que apartados de juicios normativos respecto de los descriptivos—falacia naturalista—, la maternidad no sea un imperativo en la hembra humana, sino un principio que contribuye a perpetuarse la especie, empero, es viable decidirse a no ser madre. Análogamente acontece con el enamoramiento. Ya lo adelantaron en su día los existencialistas. "El animal nace, no se hace". El animal no delibera sobre ser o no ser, los interrogantes y pesadumbres de la existencia. Ellos sienten dolor y placer, son seres sintientes como nosotros, pero sus conceptos de las cosas constituyen un enigma. 

Así, sirviéndonos de un ejemplo, un conejo no sabe qué es un conejo, porque la conejeidad, como existente en la conciencia, es una cualidad o figura lingüística alusiva a unas formas de vida, significados humanos, aunque el conejo sí contenga una esencia material, átomos y partículas arquitectas de su forma y conducta animal específica o distintiva. 

No obstante, la conejeidad para el conejo es nouménica—una cosa en sí incognoscible como término denotativo y connotativo, y en su marco de percepción no tiene cabida la semántica con su identidad o ser en en sí, puesto que obedece a una interpretación, un juicio del sistema psíquico humano. 

Por tanto, la construcción de la conejeidad es humana en el lenguaje, mas no en el carácter ontológico para el propio conejo. Dicho de otro modo, no escogimos que este fuese u obrase de X modo en su forma esencial como conejo. El lenguaje comprende un espejo de lo que el conejo es, aunque el mentado reflejo es ciego para el conejo sui generis. Ignoramos el código nominal del conejo consigo mismo para asignarle una autodefinición en los mismos términos que empleamos nosotros. Esta es una tarea que por lo menos yo no me atrevo a llevar a cabo. 

Esto comentado precedentemente marca la singular distancia cuantitativa, que no cualitativa, entre el resto de seres vivos, principalmente los mamíferos, aves y cetáceos y nosotros, los bípedos implumes. Luego no tienen lugar jerarquías algunas o derecho al dominio, violencia sobre ellos y privación de su destino. 


Simplemente se trata del grado de lenguaje abstracto, conciencia y diálogo consciente con el mundo, un volver a sí dialéctico, una disposición a la afirmación y negación en las sentencias, preguntas y dudas, cambios de dirección ausentes en el animal no humano, con excepción de la cautela y precaución en parámetros evolutivos, fruto de no ser devorados por otros y desconfiar en pro de la autoconservación cuando han padecido algún daño pretérito, como ese perro que sufrió maltrato y se muestra arisco al tratar de interactuar con él. Tales conductas las atestiguó Charles Darwin en "El origen del hombre" [1871]. 

La mundanidad y sus estructuras simbólicas es colocada por el entendimiento humano siempre competente para no ceñirse a la adaptación, sino crear, elaborar otros mecanismos de existencia más complejos y trascendentes de la ontología—naturaleza o realidad— que envuelve a cada ser.

martes, 27 de octubre de 2020

 El gran fallo de las sociedades actuales es asociar autoridad con autoritarismo. La educación marcha imitando a los cangrejos, pasos en retroceso de Michael Jackson, "moonwalk", debido a esta confusión y anulación total de roles. Los padres y madres que opinan que educar es "dejar hacer", sin intervenir y luego se escandalizan y sorprenden cuando averiguan que sus hijos son adictos a toda clase de sustancias y delinquen o propinaron una paliza a algún compañero de instituto, abusaron y acosaron a una compañera de pupitre, se vieron involucrados en un acto vandálico, agarraron una borrachera de campeonato y terminaron en el hospital al cumplir los 11 años, etc.  

¿No señalaba Jean Paul Sartre que "somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros"? ¿Y quién nos ayuda e impulsa a ese célebre "sapere aude" atrevernos a saber"? ¿aparece por ciencia infusa en la conciencia? ¿aprenderán ellos solos y desamparados, desde su más tierna niñez, a amar el conocer y valorar al prójimo, sin estímulos a la vista y desentendimiento de los progenitores y progenitoras respecto de su proceso educativo? 

A mi particular juicio, en absoluto. Y los estudios y análisis en torno a este estilo educativo permisivo están al alcance de cualquiera. La pedagogía precisa de una autocrítica. Cualquier crítica debe comenzar con la propia, como refería Kant. Y lo expresa alguien que es pedagogo de profesión, empero, se percata del error en las bases educativas: la socialización primaria no formal del ámbito familiar, aunque no sea nada dado a promulgar o jactarme de mi formación académica. Tampoco lo apunto en calidad de argumento de autoridad, el famoso "X dixit". Se trata de un ejercicio de humildad intelectual, o al menos así lo entiendo yo. Una observación con vistas a reflexionar juntos como mentes-cuerpos humanos. Consiste en un autoexamen al modo socrático para sacar afuera, extraer nuestra "aletheia".   

El estilo permisivo, tan de moda, responde a esta creencia de autonomía ayuna de principios y responsabilidades. Entraña obrar y ser tratados como niños consentidos, pese a haber entrado ya en la veintena. Menores de edad durante toda la vida. Pasar a ser ciudadanos únicamente de nombre, ausentes de lazos solidarios con quienes conviven. La indulgencia es en la práctica un calco de esos estilos autoritarios represivos tan criticados, obvio que me sumo a esta condena de la coacción. Los efectos son igual de destructivos para los participantes. 

Y es que señores y señoras míos, ser progresista no conlleva permitir fuera de límites. Cabe que avancemos, aportemos enfoques y propuestas, incluyamos a colectivos y construyamos conjuntamente una estructura pacífica y de entendimiento, mas no con la tolerancia a la intolerancia y que es la fórmula de este funcionamiento de la educación mimética de las leyes del mercado, el liberalismo y privatización absoluta, formas de vida, micro-culturas aisladas, violentas y comportándose a su libre arbitrio en pro de su beneficio solipsista, inculcados en las mentes de nuestros hijos e hijas. 

El punto intermedio entre los enfoques contrarios comentados es la comunicación bidireccional, la escucha, brindar apoyo y autoestima, fomentar la exploración, el descubrimiento de forma integrativa, yendo con ellos a excursiones y salidas varias, ayudar a desarrollar un espíritu crítico, nuevos juicios en las nuevas generaciones, no dejar a un lado el civismo, enseñar-aprender a relacionarnos con los demás de manera amistosa y hacerles sentir como nos gustaría que ellos hicieran con nosotros. 

Mientras esta moral nula e ideología nihilista no se reduzcan, la depredación y estado de guerra, "sálvese quien pueda", la sociedad del riesgo producto de la permisividad, harán insostenible cualquier existencia. Nuestra extinción es una realidad tremendamente cercana. Retomemos la Paideia platónica y de otros pensadores clásicos, adaptadas a las reformas e investigaciones presentes. 

El anarquismo educativo, entendido como el desgobierno—sin siquiera aprender a gobernarse o cuidar bien de sí el niño o niña y de quienes le rodean, un cuerpo de afinidades, romper con cualquier norma o ley elemental de convivencia y empatía— no es la solución, sino nuestra fatal perdición. Nuevamente la dialéctica: los sueños del anarquismo producen totalitarismos. 


J.B.B

lunes, 26 de octubre de 2020

Voltaire era otro de esos genios de la humanidad. Necesitamos más mentes pensantes en este siglo que va a la deriva. No dejo de sopesar la idea de albergar un gobierno global conformado por individuos sabios, justos y bondadosos, concordantes con el modelo platónico. Los arcontes de la Tierra. De proseguir con lo que tenemos nos aguarda un Apocalipsis temprano. Hay gente preparada y no corrompida ni corruptible. El quid de la cuestión es ¿querrá la gente ser asesorada por individuos preparados? ¿no cederán al ego y orquestarán una revuelta como en el episodio de Los Simpsons o alzarán la bandera anarquista de "a mí no me dice nadie lo que hacer, aunque no tenga ni puñetera idea de qué hacer o cómo mejorar esta situación? En fin, platonismos, idealismos matutinos que se prolongan hasta las horas vespertinas. Desvaríos de la razón ante la sinrazón del mundo.

 El ser humano contemporáneo está condenado a creerse libre con la absoluta entrega a sus pasiones  y deseos, pero es por ello que es más siervo que nunca. El culto al consumismo es una triste metáfora del consúmete a ti mismo, destrúyete y no indagues. Por el contrario nubla el juicio y los sentidos, cual amnésico comedor de la flor de loto. Piérdete en el hechizante canto de las sirenas. Cede al embrujo del placer prometido y no pienses, pase lo que pase, no razones. Los denominados fármacos tecnológicos, publicitarios y las compras compulsivas. Su representación de la perdida Arcadia. Presentada ante la vista como amistosa, terapéutica y antidepresiva, la industria cultural comprende una temible cicuta disfrazada. La sentencia ha sido dictada: Poshumanismo o muerte 

¿Pero acaso el inminente salto tecnológico y cibernético—la ontología o realidad en que ya estamos inmersos—pretende nuestro bienestar colectivo, la mejora de las condiciones de vida de la especie o contrae seguir refinando todavía más las técnicas y herramientas de dominio, transformándonos en dispositivos superlativamente pasivos que ceden todo el conocimiento, entendimiento y capacidad de juicio, su masa pensante a los aparatos y máquinas varias? ¿babearemos cuales pacientes de hospital puestos hasta arriba de morfina? ¿accederemos a aplicaciones cuyo cometido consista en regular los desequilibrios psicológicos y volvernos zombies hambrientos de sus efectos efímeros? 

Vayamos un momento al espejo que tengamos más cerca y mirémonos en él ¿no estamos ya en proceso de zombificación? ¿tanto hemos perdido la mayor y la más imprescindible de las virtudes humanas, la prudencia, de la que por cierto carecen los antiguos y divinos dioses, quienes de acuerdo con Platón en su Diálogo "Fedro", perdieron sus alas y se tornaron mortales?

jueves, 15 de octubre de 2020

 ¿Qué significa la máxima socrática "solo sé que no se nada"? Solo sé que soy humano y peco, ignoro, y puedo cometer el mal en algún momento.  Lo que quiere decir, nada más y menos, es que sé que no siempre obraré correctamente, por el bien ajeno, pero al menos poseo conciencia de ello, y apoyándome en esa apercepción, me esforzaré por no apartarme de la virtud, el conocimiento del bien inteligible. 

Se refiere a que "ignoro, puedo equivocarme, no soy perfecto, luego existo." El conocimiento, el bien o entendimiento al que puede llegar mi alma es infinito—la potencia abierta y no saber qué nos depara la muerte, inmortalidad del alma—y yo soy corporalmente finito. Consiste en reconocer la finitud, corrupción, impulsos o apetitos esclavizantes del cuerpo que impidan la acción virtuosa, junto con la humildad de saber que uno no es perfecto, mas hay un ejercicio por mejorar el ser en su posibilidad de cara a la reencarnación, la anamnesis o transmigración del alma. Es decir, que tiene lugar una preparación para que la nueva alma sea más buena e ignore menos. Después de todo, ya decía Platón, su discípulo, que "conocer es recordar".

El indulto a Rousseau: La malinterpretación de la bondad innata.

 El filósofo francés Jean Jacques Rousseau, en la obra "Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres" (1755), no enuncia que el ser humano sea bueno por naturaleza, soltado en plan simplón, como se tiende a pensar. Él argumenta que si un niño nace no puede ser malvado, porque es inocente y asignarle la maldad conllevaría que sabe lo que está haciendo, que tiene conciencia. La bondad rousseaniana no es sino la inocencia de un bebé ¿qué crimen ha cometido de antemano, sin un aprendizaje ni valores de ninguna clase, para acusarle de ser malvado? ¿y no expresa cariño ese niño como mamífero? ¿no necesita atención? ¿se atreve alguien a clamar que hay algo torcido en él, porque es travieso o no se está quieto? 


¿qué mayor prejuicio y equivocación que culpar de nuestros errores a una vida recién aparecida? ¿y no séra desconsiderado con otros si el ambiente en que se ha criado se ha caracterizado por la indiferencia, el abandono y la crueldad? ¿no hay bondad en la inocencia del niño recién nacido? ¿actúa en el principio para hacer daño? La respuesta es no. Esa conducta fue una enseñanza-aprendizaje que imitó y reprodujo. Si la sociedad está torcida, obviamente el niño saldrá desequilibrado. 


La cuestión es la que sigue ¿es condenable la sociedad entera? ¿Está la sociedad, sin excepciones, corrompida en su núcleo por la misma naturaleza que el poder? ¿comprende la entrada en la norma la perversión? ¿y cómo evitar la deformación sin ley alguna? ¿cabe que se autolesgile dejando fuera la buena relación con otros? ¿le privamos de su necesidad de socializar, habitar un cuerpo normativo-valorarico común? ¿le apartamos de jugar con otros niños, llevar a cabo simulaciones imprescindibles, pactos, complicidades, amistades, etcétera? ¿no es la educación la clave para esa idea aristotélica de que el ser alcance toda la potencia en acto y el acto de su potencia, traducido en ser más buenos? ¿es que esa candidez del bebé no puede persistir y evitar su transformación en el sujeto egoísta, depredador, competitivo y ambicioso  hobbesiano?


He aquí el extracto de Rousseau: 


"No saquemos la conclusión, como Hobbes, de que, no teniendo ninguna idea de la bondad, el hombre es naturalmente malo; vicioso, porque no conoce la virtud; que niega siempre a sus semejantes los servicios que cree no deberles; que, en virtud del derecho que se arroga sobre las cosas que necesita, se imagina insensatamente ser el propietario único del universo entero. Hobbes ha visto muy bien el defecto de todas las definiciones modernas del derecho natural; pero las consecuencias que deduce de la suya demuestran que la toma en un sentido no menos falso."


"Razonando sobre los principios que enuncia, este autor debía decir que, siendo el estado de naturaleza aquel en que el cuidado de nuestra conservación es el menos perjudicial para la conservación de nuestros semejantes, éste era por consiguiente el estado más a propósito para la paz y el más conveniente para el género humano. Pues dice precisamente lo contrario, por haber hecho entrar, con gran desacierto, en el cuidado de la conservación del hombre salvaje la necesidad de satisfacer una multitud de pasiones que son producto de la sociedad y que han hecho necesarias las leyes. El malo, dice, es un niño fuerte".[...] 


"Hobbes no ha visto que la misma causa que impide a los salvajes el uso de razón, como pretenden nuestros jurisconsultos, les impide al mismo tiempo el abuso de sus facultades, como él mismo pretende; de modo que podría decirse que los salvajes no son malos precisamente porque no saben qué cosa es ser buenos, toda vez que no es el desenvolvimiento de la razón ni el freno de la ley, sino la ignorancia del vicio y la calma de las pasiones, lo que los impide hacer el mal: Tanto plus in illis proficit vitiorum ignoratio, quam in his cognitio virtutis."


"Hay además otro principio que Hobbes no ha observado, el cual, habiéndole sido dado al hombre para suavizar en ciertas circunstancias la ferocidad de su amor propio o su deseo de conservación antes del nacimiento de este amor, modera el ardor que siente por su bienestar con una innata repugnancia a ver sufrir a sus semejantes."


"No creo que deba temer una contradicción concediendo al hombre la única virtud natural que se ha visto obligado a reconocer el más furioso detractor de las virtudes humanas. Me refiero a la piedad, disposición adecuada a seres tan débiles y sujetos a tantos males como somos nosotros; virtud tanto más universal y tanto más útil al hombre cuanto que precede al uso de toda reflexión, y tan natural, que las bestias mismas dan de ella algunas veces sensibles muestras. Sin hablar de la ternura de las madres con sus pequeños y de los peligros que arrostran para protegerlos, obsérvase a diario la repugnancia que experimentan los caballos a pisotear un cuerpo vivo."


"Un animal no pasa nunca al lado de otro de su especie muerto sin sentir cierta inquietud; hasta hay animales que les dan una suerte de sepultura, y los tristes mugidos del ganado entrando en el matadero anuncian la impresión que recibe ante el horrible espectáculo que contempla. Con placer se ve al autor de la fábula Las abejas, obligado a reconocer al hombre como un ser compasivo y sensible, abandonar su estilo frío y sutil para ofrecernos la patética imagen de un hombre encerrado que ve fuera a una bestia feroz arrancar a un niño de brazos de su madre, triturar con sus mortíferos dientes sus débiles miembros y desgarrar con sus uñas las entrañas palpitantes de la criatura. ¡Qué horribles estremecimientos experimenta ese testigo de un suceso en el cual no interviene su interés personal! ¡Qué angustias sufro por no poder prestar auxilio alguno a la madre desvanecida y a la expirante criatura!".

LA FILOSOFÍA Y LA EVIDENCIA DEL EFECTO DUNNING-KRUGER [la creencia de considerarse sabio o inteligente, la tendencia a jactarse de ello quien no lo es]

La sociedad ateniense condenó al filósofo griego Sócrates, por su humildad y voluntad de que los ciudadanos indagasen y alcanzasen, extrajeran la verdad. Se le juzgó por no percibirse este sino como un ignorante, mientras que los otros presumían de su sabiduría sin realmente manifestarla. Sócrates les ponía en evidencia ¿ha cambiado en algo la arrogancia de las actuales sociedades? La respuesta es negativa. 

Se repetiría la historia y sentenciaríamos a quien no presume, a quien predica la sencillez y llegar a la verdad, porque la mentira habla siempre en boca de todos y adora las opiniones, el rumor, la distorsión y la confusión. Lo opuesto, implicaría admitir que nuestros anteriores pasos han sido equivocados y requerimos de un autoexamen colectivo, mas el ego promulgado en los distintos medios de desinformación y descomunicación, junto con las tecnologías separatistas, nos torna en Narcisos, seres enamorados de su propia imagen, su amada mentira. 

Al igual que ocurría con Sócrates, se anuncian como sabios, aunque no den muestras alguna de dicha actitud. Aquel que obrase con integridad y espíritu crítico, valiente, sería culpado, nuevamente, por el postureo, la apariencia, esa doxa contra la que tanto se rebelase Platón en contraste con el conocimiento. La doxa, habladurías, egos heridos... el espejo de la vanidad de esa sociedad ateniense. 

El Sócrates contemporáneo que no renunciara a sus principios y buscase animar al descubrimiento interno, a conocerse, a la verdad por encima de todas las cosas, volvería a ser objeto de burlas y sentenciado. Ese es el precio de la integridad, de ser una voz para todas las personas fuera de imposiciones y credos de distinta índole. En breves palabras, el sacrificio del librepensamiento, de la valiente filosofía.


Y con vistas a dar fundamentación a lo redactado anteriormente, he aquí un pasaje de "la Apología de Sócrates", con autoría de Platón, y alusiva al punto abordado: 


Sócrates—"Todos aquellos que ellos convencen de su ignorancia la toman conmigo y no con ellos, y van diciendo que hay un cierto Sócrates que es un malvado y un infame que corrompe a los jóvenes; y cuando se les pregunta qué hace o qué enseña, no tienen qué responder, y para disimular su flaqueza se desatan con esos cargos triviales que ordinariamente se dirigen contra los filósofos; que indaga lo que pasa en los cielos y en las entrañas de la tierra, que no cree en los dioses, que hace buenas las más malas causas; y todo porque no se atreven a decir la verdad, que es que Sócrates los coge in fraganti, y descubre que figuran que saben, cuando no saben nada. Intrigantes, activos y numerosos, hablando de mí con plan combinado y con una elocuencia capaz de seducir, ha largo tiempo que os soplan al oído todas estas calumnias que han forjado contra mí". [...] "no os oculto ni disfrazo nada, aun cuando no ignoro que cuanto digo no hace más que envenenar la llaga; y esto prueba que digo la verdad, y que tal es el origen de estas calumnias."

domingo, 11 de octubre de 2020

"Repensar el intelectualismo moral".

Yo, que tan crítico fui en el pasado con el intelectualismo o virtuosismo moral socrático, me estoy replanteando seriamente sus puntos fuertes. El intelectualismo incorpora "el ethos", la pertenencia a o valores compartidos, la familia, patria de la humanidad, a los ámbitos del conocer, la estética y el cultivo del cuerpo y la mente—el cuidado de sí mismos y de los otros—. 

También el ethos acoge a la dimensión política, con sujetos que hagan autoexamen y alberguen principios y se responsabilicen por el bien común y los ciudadanos, en vez de centrarse exclusivamente en sus intereses personales y ceder o poner por encima sus deseos, algo por cierto característico de los psicópatas. 

El filósofo y político Nicolás Maquiavelo escindió la ética de la política en su día, asemejándola a estrategias en el sentido bélico. Conceptualizó la política con la operación de planificar y que fuera astuto el gobernante, con vistas a evitar ser derrotado o conquistado. Esa máxima de "a veces hay que hacer algo malo para conseguir algo bueno". 

¿pero acaso es irreconciliable ese ethos, identidad o rostro humano común? ¿tanto relativismo no nos vuelve indiferentes al otro? ¿acaso no estaba ese ser otro en el ethos de los saberes clásico, el amor por el conocer y mejorarse-mejorar la polis o sociedad ¿no será que por renunciar al intelectualismo o virtuosismo dejamos de lado el mínimo civismo, la preocupación, justicia y solidaridad por la ciudad y sus habitantes? 

Es viable la refutación al mentado intelectualismo con base fundamentalmente helénica, ateniense, señalando que por conocer qué es el bien no se actuará correctamente y que tanto las virtudes como los vicios están atravesados por la historia y las costumbres. Dicho de otro modo, que lo vicioso ha sido atribuido a la noción del pecado, a lo prohibido y por tanto a las normas coactivas internas, vedando el propio cuerpo, empero, a mi entender dichos vicios y virtudes se comunican dialécticamente y luce posible que la moderación, la σωφροσύνη ("sophrosyne"), comprenda una virtud al ligarse a mantener un buen estado de salud, pero no limitarla a la contención como anulación del placer o evitar de lleno alegrar al estómago con sabrosos bocados, y que alimentan el alma al tiempo. 

La moderación desmedida traería consigo una prision, un vicio de la infelicidad. De modo análogo, es vicioso con independencia del marco histórico, darse atracones a diario y no prestar atención en absoluto al bienestar del cuerpo, con un sedentarismo sin precedentes que llama a la puerta de las enfermedades cardiovasculares y otras de riesgo, además de fomentar la aparición de problemas psicológicos. La moderación de los apetitos abre la puerta también a la educación y comprensión, siempre desde el auto descubrimiento, extraer la verdad oculta [aletheia], del uso de las pasiones para el bien de sí mismo y los otros.

Caería en la lista de virtudes atemporales, perdurables el enriquecimiento intelectual y aquella actitud de compartir con otros dicha fuente [la solidaridad] beber de la curiosidad humana, hermanarse en las reflexiones, "componerse con la otra persona en la alegría" que dirían Spinoza y Deleuze. Recuperar la φιλíα ("philia"), la verdadera amistad y fomentar la phronesis, la deliberación justa, y la empatía, sentir o emocionarse con el otro, nada menos que en el plano intelectual, el más hondo y significativo de los encuentros. 

Justamente este traslado a lo intelectual nos conduce a la esfera del arte. Gracias al intelectualismo moral, tendría lugar una autorreflexión interna al interactuar con el objeto estético. Cuando el sujeto acude al bosque en el crepúsculo y admira los hermosos colores del último sol sobre la vegetación y demás elementos, está tomando consciencia acerca de su propia armonía interna, sintiéndose en la idea del objeto contemplado. Se trata de esa comunicación intersubjetiva indicada por Kant y contenida en el juicio estético—la belleza que yo espero que otro llegue a ver—. Ese "sensus comunis", sentimiento compartido como posibilidad", tomaría forma. El individuo dialoga con la belleza y la incorpora a esa conciencia del ethos, tornándose sereno en su seno interno, además de llevar a cabo la tarea de introspección, conocerse mejor. 

Ese autoexamen en la capa estética, fusionada con su ser, desemboca en reproducir el equilibrio en el resto de actividades y su amor para con la ciudad, espejo de dicha belleza y de sí mismo ¿Y qué decir de las actividades como la música, pintura, literatura y aquellas que engrandecen el alma? El entrenamiento del cuerpo físico y la dieta sana, con sus salvedades y adecuaciones a la persona, es insuficiente sin desarrollar la parte intelectual. El clamor de las musas, practicar la inspiración, los juegos creativos, la meditación, sentir con la mente y sentirse en los demás, la katarsis conjunta

Finalizo con la siguiente reflexión: 

¿No supone aquel emotivismo moral [Con objeto de no caer en un falso dilema, tengo en cuenta que hay más corrientes éticas como la deontología y el utilitarismo, pero la más notoria es el emotivismo en la actualidad, si bien está entroncado con el utilitarismo, al mencionar que todo se reduce a la emoción o sentimiento del placer y el dolor en los juicios emitidos asociados con la utilidad, y sin más grado de verdad en los mismos que la utilidad o atender a las consecuencias positivas de las acciones], el divorcio de cualquier vínculo intelectual, consciente o bien de asignación y comunicación universales en tono autocrítico, de volver a sí mismos después de relacionarnos con los demás y cuestionarse siempre en pro de averiguar, explorar y compartir-repartir ? 

El emotivismo deja tras de sí la irreflexión, la falta de meditación ["no te conozcas jamás a ti mismo"] como norma, desentenderse de, desrresponzabilizarse de su existencia, "la seriedad consigo mismos", como mantenía Ernst Tugendhat. Por el contrario, decae en las meras voliciones, ceder a los deseos, caprichos cuales infinitos "comecocos" o Pacmans a mansalva. El emotivismo es uno de los motores del consumismo e hiper individualismo crecientes; la amputación del "yo otro", su reconocimiento y que irónicamente luego criticamos. Lo lamento, pero no me sumo, ni me identifico con dicho emotivismo.  


"Repensando el intelectualismo moral"


J.B.B

viernes, 9 de octubre de 2020

La narrativa esclavista de las pasiones

Tras varios días de análisis, he reparado en que el filósofo empirista David Hume se equivocaba en algunos de sus planteamientos, muchos asumidos coetáneamente. La razón no es, ni debe ser esclava de las pasiones. Las pasiones son inherentes a la conciencia y ninguna pasión puede producirse sin conciencia, pues aunque seamos llevados a o mecánicamente reproducimos una acción, nuestro sistema controla, automatiza psico-motoramente. Es decir, que no se trata de una ráfaga ciega. 

La validez/acierto de Hume, en el punto que nos ocupa, recae en que iniciamente acontece la pasión, mas con carácter programado, reflejo con un propósito de evitar amenazas y por tanto con fines de preservación del individuo. A su vez, dio en la diana en el condicionamiento de las emociones en la racionalidad o imagen del mundo formada, pero hasta ahí en lo alusivo a esta cuestión de la disertación presente. 

Preexiste un funcionamiento o estructura psíquica-corporal coordinada que posibilita ofrecer y ser afectados por las pasiones. Aparte, las pasiones pueden ser amainadas o reguladas. De lo contrario, andaríamos todos enviolentados y ni siquiera podríamos guardar las mínimas formas. La educación, en todas sus dimensiones, se tornaría en fantasía y cederíamos sin esfuerzo alguno a lo que nuestro deseo anhelase, sin barreras, con ausencia de mecanismos espejo de reconocimiento. Resultaría harto imposible hablar de educación emocional, y la mera deliberación estaría falta de sentido. 

Sí, una pasión descontrolada subyace en un primer instante de acción, más la pasión rápidamente es suavizada o reconducida. Además, como señalaba en el inicio, nuestro organismo no es caótico per se y si éste guarda una funcionalidad o patrones, procesos coordinados con el órgano cerebral, por lógica las pasiones desatadas por el mismo o entrantes no pueden responder a un estado entrópico o de irremediable caos. Además, es un fenómeno testado que el domino de las pasiones es viable, los monjes yoguis y budistas dan buena fe de ello, al pasar varios días bajo la lluvia,  y en ayunas, sin padecer dolor o problemática manifestada a posteriori ¿y qué decir de quienes se adentran en aguas heladas completamente desnudos?

Se podrá contraargumentar esta crítica, aludiendo que el inconsciente es esa bestia indómita, empero, si el inconsciente está alojado en el sistema psíquico, retornamos al hecho de que guarda una coherencia mínima con marcaje evolutivo, en pro de la subsistencia de la especie. La escuela estoica griega no andaba nada desencaminada, ni tampoco la actual terapia cognitivo-conductual de la psicología, en lo tocante a la gestión de los pensamientos y la transformación de las emociones en consecuencia, modificándose los primeros y la interpretación de X situación. "Lo que nos decimos y pensamos determina como nos sentimos." La actitud ante las cosas. No parece que haya dicha condición pasional intensa, el descontrol aquí tampoco. 

Por ende, instintivamente, a excepción de patologías, casi todas bajo las diferentes variables socioculturales, no matamos a otro ser humano, puesto que en nuestro programa base llevamos instalado el respeto a la existencia ajena, a menos que los recursos básicos escaseen y entonces sí tendría lugar un enfrentamiento. Ahí el sistema límbico se desequilibra y el estrés a causa de la liberación del cortisol para paliar la saciedad, desemboca en el incremento de la adrenalina. En tales circunstancias, sí se podría sortear ese cortafuegos biológico y ceder a la lucha por la existencia de los depredadores, pero no se trata del prototipo en absoluto. 

Con base en lo anterior, diría que "la razón es esclava de las pasiones, cuando las necesidades elementales no se cubren y no hay ejercicio o aprendizaje de la mente para permitir su dominio, la concentración". El sistema psíquico de la mente-cerebro es un enigma aún a día de hoy, pero el aserto de Hume y del psicoanálisis, en este asunto concreto, está bien lejos de cumplirse. 


Por supuesto que diariamente cometemos sesgos cognitivos, errores al interpretar y normalmente cedemos a las respuestas rápidas, impulsivas con la información disponible al alcance—los heurísticos, pero aunque el sistema racional-deliberativo se emplee cuando hay suficiente tiempo de decisión y esas intuiciones emotivas constituyan una mochila empírica de carga de creencias y valores, prejuicios y estereotipos, conformando el núcleo de nuestra racionalidad. 

Pese a ello, hay sitio para el entrenamiento y dominio, no represión, [no confundir] de aquellas pasiones destructivas, de refuerzo negativo o automatizadas al observar y repetir conductas agresivas no empáticas, ejemplo los maltratos y abusos. Añadido a lo anterior, en su estructura primaria ese engranaje depende del entorno y sus vivencias, mas biológicamente estamos dotados para entendernos y comunicarnos entre nosotros, y las diferencias o choques en la manera de ver las cosas obedecen, principalmente, a una educación dogmática o falta de refuerzo de apertura o adaptación al reajuste y permisión, aceptar otras perspectivas, "fusionar horizontes". El filósofo Häns Georg Gadamer aconsejaba aquello de "poner nuestros prejuicios contra las cuerdas". Aún cuando ocurren los mentados obstáculos, la razón, lenguaje, diálogo, logos común, "el ethos de la humanidad" no ha muerto, ni mucho menos, pues de lo contrario ya no estaríamos vivos para escribir nuestra historia. 


J.B.B 


"La narrativa esclavista de las pasiones"

jueves, 8 de octubre de 2020

ARISTÓTELES, EL Covid 19 Y LA EDUCACIÓN CÍVICA

 Hoy me he despertado aristotélico. El filósofo Aristóteles nos recordaba en su "Ética a Nicómaco" que practicásemos más la virtud, como el músico citarista perfecciona cada día el toque de su citara. Si el hombre entrena la virtud, mejoraría su ser. La virtud reside en el hábito, en la vida práctica cotidiana de las costumbres para con nosotros y los demás. Habitamos una comunidad, con un ethos común o valores compartidos y asociacionismo entre sus integrantes, caso de la vecindad. 

Con la llegada de la pandemia, este alejamiento del otro se ha acelerado más aún. Hemos perdido de vista ese sentimiento de vínculo con los demás ciudadanos de nuestra polis. Si antes no saludábamos a la gente en la calle por las mañanas, ahora tomándonos como infectados o enfermos, mucho menos. La tecnología de carácter autista [aislamiento de lo de fuera, como esos cascos en los oídos al entrar en los autobuses o el teclear escapista del móvil] también ha conducido a ignorar la buena o mala ventura de las personas con residencia cercana a la nuestra, la homeostasis—regulación, el equilibrio  de la vida urbana y sus distintos procesos—la calle y el movimiento por sus aceras y calzadas, los ruidos del ajetreo compartido; ese bar frecuentado y cuyo dueño siempre deseaba, tras pedir un café, una agradable jornada, con esa sonrisa amistosa y de consuelo ante los posibles embates y sorpresas desagradables del porvenir a corto plazo. A él se unían quienes se sentaban en la barra de la conocida cafetería, los demás vecinos del barrio, con sus clásicos comentarios al escuchar las noticias en el televisor y sus manías tan propias, y hasta pintorescas. 

Tampoco visitábamos, desde el estallido de la revolución tecnológica-digital, a quien vive en la casa de enfrente para saber cómo se encuentra. No nos preocupábamos por su salud ni su situación. Actualmente, en esta ideosincracía hiper individualista, ni se nos pasa por la cabeza llamar a su puerta, en tanto que su salud es conectada inmediatamente, a manos del sistema psíquico, con la enfermedad, cual leproso que ni siquiera merece dirigirle una mirada o llamarle por teléfono para preguntar simplemente por un cálido —¿cómo estás? Evitamos por supuesto ayudar a una anciana a cruzar la calzada, irle a comprar a un vecino enfermo...No nos incumbe. Todo este ethos, el vínculo, se quebró desde mucho antes. Varios años ya. 

El virus no se limita a la biología o ataca exclusivamente a esta. No, el Covid ha traído a las conciencias o puesto de manifiesto que la enfermedad, el mal, la putrefacción, estaba ya instalada con la excelsa destreza técnica de los medios digitales y el tremendo olvido de la educación cívica. Aristóteles dejaba bien claro que los actores debían ser no solamente profesores, sino involucrarse en la enseñanza todos los elementos vivos de la polis en aras de servir de ejemplo y que los niños discutan y debatan formándose nuevas opiniones y preguntas. Es decir, la preocupación en las ciudades, las polis contemporáneas, por que las nuevas generaciones traten a sus semejantes con respeto, solidaridad, amor, generosidad, amistad, justicia, etc. 

Aristóteles mencionaba que en primer término debían educarse las virtudes ligadas al carácter ¿qué es esto sino la educación de las emociones? La gestión de los afectos comprende el núcleo de los futuros valores de los ciudadanos. No cabe el salto a la virtud intelectual de la prudencia, a los términos medios de la razón donde se halla la justicia, si la base de la regulación de las conductas violentas y contraproducentes es inexistente ¿cómo alcanzar juicios propios y obrar con responsabilidad, si las pasiones se hallan descontroladas o se temen y no se manejan adecuadamente? ¿cómo entender que la otra persona es un igual en tales circunstancias? ¿por qué no se transmite a los más jóvenes que hay que tener consideración hacia las personas mayores y prestar auxilio como querríamos que lo hicieran con nosotros? ¿es viable un uso correcto de la libertad, cuando el tigre siempre anda hambriento y no sabe cómo detener sus apetitos y daña a su propia familia?  Imaginemos al sabio Zaratustra de Nietzsche agrediendo a sus amigos animales impasiblemente. El águila no podrá volver a elevarse en libertad, ni la serpiente brindarnos el "eterno eterno". Se nos revolvería el estómago con dicha actitud. 

Hay que tratar de que en esta era digital tan separatista, en todos los sentidos, retornemos a los intermedios, los equilibrios y retomemos la conciencia de ciudadanía. Hace falta una educación donde las pulsiones no se extravíen o nos destruyan y que la ausencia de la expresión corporal—afectiva, los abrazos, las muestras de afectos; la casi nulidad de la empatía afectiva o contagio emocional nos transforme en "Siris", "Alexas" y otros asistentes de dispositivos electrónicos; algoritmos sin alma. Es de nuevo la dialéctica. Las máquinas se humanizan al tiempo que nosotros nos robotizamos. Marx lo adelantó con el "fetichismo de la mercancía". Sentimos apego, excitación casi sexual por las cosas muertas, objetos,  dotándolos de vida, cualidad, mientras nos auto concebimos como una mercancía con valor de cambio, mera relación de intercambio, y tratamos a las personas en dichos términos económicos.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Una máquina no puede amar, porque para ello debería poder sufrir. Por más que se programe o inserten algoritmos llamados amor y que simulen acciones afectivas, no hay química para despertar ese sentimiento ni el dolor. Al final, es la química la que nos distingue de los organismos cibernéticos, y la que despierta los sentimientos más puros y hermosos de nuestra especie, pero también los más amenazantes y destructivos. Somos plurivalencia. Ese es el polinomio que, paradójicamente, el código binario y matemático computacional de la robótica no es capaz de producir.

 En la soledad, evidentemente, es mucho más sencillo ser uno mismo y reencontrarse, y lo más importante, puede meditar, hallar la necesaria serenidad y silencio en su inquieta mente. Al frecuentar compañías estamos distraídos, cierto, mas no acostumbra a permitirse la conciencia pura. El ruido mundano y los murmullos ahogan la calma interna, desgastan la bateria. La introspección es la vía para soportar después el zumbido, la estresante extroversión. 

Somos animales pro-sociales es verdad, empero, muchas veces las ansias de contactar con otros no responden a más deseos que huir de uno mismo. El autorrechazo, la evasión, la desesperada tirita social; la incapacidad de mantener una reunión privada con nuestros sentimientos y pensamientos enterrados en esa tierra privada de iluminación. Requerimos de los otros para completarnos, saciar carencias y compartir, pero si no compartes o apenas te relacionas con ese íntimo amigo llamado yo ¿cómo pretendes sentirte a gusto, integrar con sinceridad y equilibrio a otras personas en tu vida? Posiblemente desesperamos por la mentada comunicación externa, porque nada esperamos de esa primera persona del plural: nosotros. Practicar la soledad significa practicar la paciencia, la espera. El ejercicio de la soledad comprende la esperanza de no sentir angustia ante el propio yo y reconciliarse, sanamente, con los ajenos, emancipados de la droga; la adictiva sobredependencia.

martes, 6 de octubre de 2020

SCHOPENHAUER Y LA ATARAXIA EN LA ESTÉTICA Y ÉTICA

SCHOPENHAUER Y LA ATARAXIA EN LA ESTÉTICA Y ÉTICA

La ataraxia es el estado al que todos deberíamos aspirar. El ejercicio del dominio de los deseos tóxicos, destructivos  y aquellas pasiones que desembocan en desequilibrios varios. Esta es precisamente la sensación a que nos conduce la experiencia estética [el arte] en el autor Arthur Schopenhauer y manifestar compasión en la ética, que sería el sinónimo de esa paz e imperturbabilidad mental, atención y preocupación sin padecer sufrimiento, sino amor, amistad y cariño, —pertenencia a—por los demás seres del planeta. 

Conforme el nivel de conciencia sea mayor, se abrirán los horizontes y traspasarán las esferas humanas. La autoconciencia del vínculo con toda la vida sintiente supone el despertar del tercer ojo cósmico; retirar el velo de la representación—las falsas imágenes o copias platónicas— y advertir la voluntad objetiva, al despojarnos de aquella dolorosa subjetiva. Entonces es cuando captamos la esencia, la fuerza viva del mundo. 

La voluntad no subjetiva, no acotada a la causalidad y la temporalidad al constante desear y producto final, utilidad, vendría a ser la idea atemporal e inteligible platónica, mas en sentido opuesto, aunque también es la cosa en sí de Kant, a la que como menciona Schopenhauer, se accede mediante la intuición y contemplación, meditación o serenidad artística y éticas opuestas al concepto racional-científico de la utilidad, el sujeto psicológico, la identidad individual del sujeto y separada del otro en la representación egótica—del ego—.[A propósito, el tercer y último género de conocimiento o de potencia, nivel de conciencia de Spinoza, es el de la intuición también, pese a que este, como preilustrado, sí ofrece una visión racional del universo. Obvia relación con el budismo y el mentado estado de ataraxia, el desapego equiparable al Nirvana]. Es decir, en Schopenhauer la voluntad objetiva sería una idea o forma platónica no racional [él jamas aceptaría esa visión racionalista en su filosofía] desmatematizada y desconceptualizada, a la contra de la clásica y modernas razón metafísicas o la estructura del mundo racional. 

De acuerdo con mi interpretación, sujeta a error claro, se trataría de ser atravesado uno por el Eros, la pulsión pura, el Amor, creadora de vida, y ahora desexualizada—libre de la sensación de dependencia y transformándose uno en la totalidad; "la mente es eterna" clamaba Spinoza—, luego ausente de toda clase de violencia, perturbación y angustia.