sábado, 27 de julio de 2019

CRÍTICA A LOS VALORES DEL ROMANTICISMO: LA FALSA CONCIENCIA DE INSIGNIFICANCIA DEL SUJETO ANTE LA NATURALEZA OMNIPOTENTE PARA MIMETIZARSE CON ELLA. EL SUEÑO DE QUERER SER DIOS-EL CREADOR.

Si un olvidado árbol cualquiera del área urbana estuviese habilitado con la voluntad ¿no querría éste escapar hacia las límpidas montañas y zafarse del estado de enfermedad, que padecen su copa de demacrados tonos ocres, tronco torcido, ramaje reseco y raíces pútridas? ¿aceptaría de buen grado o mejor dicho, se regodearía en su decadencia?

Y yo nos pregunto a seres dotados de una voluntad (mínima aunque sea) ¿por qué permitir que la miseria existencial consuma nuestro ser? ¿en qué recae el logro de celebrar u honorificar la bajeza de nuestra humana condición?

La mencionada declaración, tan frecuente en los dominios literarios, filosóficos y artísticos. Allí donde soplan vientos románticos, con reminiscencias de las pinceladas del alemán Caspar David Friedrich, plasmando la absoluta insignificancia del homo sapiens ante la sublime naturaleza, etc.

Paradójicamente, en el sacralizado Romanticismo (movimiento artístico y cultural de espíritu anti-ilustrado y enemigo acérrimo de la razón; exaltación de los sentimientos) después se reivindican la libertad y el individualismo buscando emular la naturaleza indómita, tras primero haber desintegrado o desmembrado a la forma (imagen o representación) humana; aniquilamiento de la idea digna de "humano", interpretada a partir de entonces como "noción metafísica", y confinada en las dimensiones de los insectos y organismos microscópicos con tintes kafkianos. Queda inscrita  una máxima en el imaginario colectivo:

—Te despojo de tu dignidad (te bautizo como mísero) y concedo la ilimitada libertad de pisar, y al tiempo ser aplastado cual nauseabunda y sucia cucaracha, mas seré yo, la inadvertible hormiga u otro animal minúsculo al igual que tú, quién asechará y devorará, después de advertir que te hallas en estado moribundo o herido. A sabiendas de que seré escachurrado por un pie, o bien arrancadas mis alas de mosca infecta en un momento futuro.

Pese a autoconcebirse como un insecto, obra con los demás empleando el ego característico de los dioses; naturaleza incontrolable; henchida de libertinaje. El hombre común se asquea de sí mismo y aspira al ideal de lo sublime (superhombre).

En la subrayada idea de infravaloración, se percibe el elevado tufo a falsa modestia, la cual esconde a la perfección el rostro de la vanidad que encierra; el sueño de elevarse y ser mejor, con objeto de tomar las riendas. Tiene lugar la materialización de la pretensión por transformarse el individuo en una todopoderosa, temida y destructiva naturaleza. En este punto se dibuja la confusión romántica entre libertad y la acracia (falta entera de gobierno u orden).

De este modo, ante la afirmación de la bajeza globalmente y ubicados los humanos en el plano de los gusanos, e incluso el reino de los microorganismos, no importuna o genera mala conciencia obrar con mayor bajeza todavía. La bajeza queda permitida/tolerada (normalización) y la virtud es juzgada de altanera. Es decir, que difícilmente cabe establecer una distinción, comparación o réplica hacia las categorías de bajeza. La bajeza ya se ontologizó como propiedad naturiforme de la existencia.

La vida es leída con calificativos de mustia, asquerosa y oxidada, en tanto que se tienen puestos los ojos en una utopía localizada en la mente; la personificación en la sobrecogedora naturaleza, quien no rinde cuentas a nadie y obra fuera de márgenes, superando en poder al propio Creador asesinado (vieja moral repudiada), desdeñando el no cumplimento de la misma.

La utopía ha pasado a ser una lente distorsionada y fragmentada de la realidad existencial, proyectando una mirada distópica sobre toda ella, poco menos que maldita e infernal. Rememoriando la cita shakespeariana pre-rromántica: "El infierno está vacío y todos los demonios están aquí". Se relata de qué manera el individuo se deshumanizó con vistas a divinizarse y exculparse metafísicamente posteriormente (se encuentra más allá del bien y el mal) ¿será éste un propósito bien ensayado y mantenido a buen recaudo por parte de los protagonistas del Romanticismo y sus herederos?

La vida merece una bella, justa y bondadosa muerte (los conceptos alusivos a la conservación, compasión y preocupación son tomados como pensamientos superados (ama a tu prójimo-mandamientos a evitar) y discriminados como poesía; ahí podemos verter lágrimas por el curso del mundo), como el destino de aquel pobre árbol asentado en la avenida, contemplando impotente como se degenera hasta desaparecer. Al divisarlo, los paseantes exclamarán:

—Para eso nació. Por fin dejará de sufrir.

J.B.B

viernes, 19 de julio de 2019

MICRORRELATO


La katana de Yoshi San se tiñó de un incendiario y refulgente color rubí, un anuncio del crepúsculo de su alma...Lo último que divisó su retina antes de alcanzar la budeidad y tras cerrar los ojos, cual suave velo tapando su ser, fue su vetusto abdomen fundido con la espada. El frío metal entró en la endeble y arrugada carne. Había recobrado el honor, y su estoico camino al fin desembocó en la paz de una larga vida ejercitada. Yoshi abrazó el poético momento y se entregó de lleno a la iluminación, a las puertas de la serenidad eterna. Abandonando el mundo, un último haiku recitado:

Cae suave
Pesada piedra
El pájaro mudo

La paz
Del ruido hueco

Últimos pétalos 
Los más bellos de todos 

J.B.B