lunes, 15 de agosto de 2022

Del carácter subterráneo de la literatura

 He constatado que lo que uno escribe supera con creces a lo que uno quería exponer textualmente en un principio. Ese es el poder de la literatura. Las palabras abarcan más allá de los sentidos del autor/a. El lenguaje es algo abisal, lo negado y hasta degradado, llano, bajo, sucio, insignificante, dado que lo que se evalúa como poca cosa obedece a que pasa desapercibido al ojo, ya sea por su cotidianidad o bien que provoca asco. A menudo lo que se desprecia o minusvalora se desea en secreto. He ahí tal vez la simiente de las complejas relaciones sentimentales humanas.  

Gracias a este rasgo de rechazo y su posterior ocultamiento, alcanza lo elevado y supra-sensible, porque los objetos enterrados a más metros de profundidad se eyectan con mayor fuerza, un efecto muelle o resorte, ídem con los yacimientos de petróleo, y constan de más valor. Lo que reposa sobre la superficie apenas se eleva ni causa asombro. Lo sublime emerge de lo que yace en lo nimio, temido  y negativo para la gente, al igual que las invisibles materia y energía oscuras que ocupan la mayor parte del universo. A modo de analogía, el escritor consigue visibilizar la energía y materia oscura de los sentimientos humanos. "Lo esencial es invisible a los ojos", como rezaba "El Principito". 

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