Definitivamente, el achicharrante verano es como la calma chicha para los marineros. Un estado terrible de ausencia de viento y lluvia donde caer en la angustia y desesperación ante la nada que se alza ante ellos es de una sencillez aterrante. La cordura pende de un fino hilo y el indiferente calor adopta la forma de un afilado cuchillo en dichos días caldeados. El verano representa el sinsentido de los sinsentidos de esta fútil existencia. El símil entre el estar a la deriva sin avanzar y la eternidad de la muerte.
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