Donde exista pomposidad muy probablemente habrá banalidad. Lo que suele llamar la atención se caracteriza por un mero efecto visual, una película hartamente colorida o un sonido rimbombante. Cuando cesa dicho fogonazo, queda en el vacío la nimiedad en su contenido yaciente desde el inicio. Lo trascendente se pasea sigilosamente y su estela no caduca por eso mismo, por su tendencia al anonimato. Lo desapercibido acostumbra a poseer más intensidad, fuerza y valor que el ruido y arcoíris más estridentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario