viernes, 27 de noviembre de 2020

Los bulos de la crítica a la mitificación de la razón. La irracionalidad del mal banal.

El presente escrito comprende una crítica pertinente al irracionalismo anti-ilustrado que salpica esta era. Nombro las aportaciones de Spinoza y Leibniz al concepto de nociones comunes matemáticas y razón como sinónimo de alegría no falsa sino amistosa y sumadora de fuerzas, compositivas y que anuncian que los hombres actúan mal por ignorancia. De ahí que cualquiera que esté en el primer género de conocimiento-potencia pasional está en riesgo de cometer. La síntesis del texto asiste al reclamo de un intelectualismo moral como manera de conservarnos colectivamente, al modo de Spinoza, alcanzando un tercer género de conocimiento: la ciencia intuitiva. Todos parte de lo mismo, advirtiendo las partes del todo, término radicalmente opuesto al mal banal y equiparable a obrar mediante la ignorancia de las apariencias, las pasivas pasiones tal que si se piensa que el Sol está en el cielo, cuando en realidad se halla a miles de kilómetros de la tierra. 

En primer término, a los teóricos de la Teoría Crítica o Escuela de Frankfurt le respondo que sus tesis acerca de la razón instrumental son erróneas, puesto que el germen de dicha instrumentalización está en el pathos pasional del egoísmo o inclinación subjetivista y no en el logos racional, del diálogo y comunicación con el otro; la autor representación en el lenguaje y la metarreflexión. Esto se traduce en que no observo judíos, homosexuales, lisiados y otros descalificativos empleados por los nazis, sino la categoría universal de persona in abstracto, luego despojado de prejuicios e ideologías contextuales, ladronas del discurso y el pensamiento, en igual medida que llevo a cabo conmigo y mis procesos reflexivos-morales. 

Por tanto, aún siendo un poco espuria esta disertación atendiendo a su brevedad y quizá falta de necesitar un mayor ahondamiento, no lo es en lo tocante a desmentir de una vez por todas el ataque gratuito a la razón por parte de quienes se arrogan el papel de críticos cuando están dejando fuera la fiebre irracional desde la que reclamar como instrumental a una propiedad humana opuesta a tal término por su propia naturaleza crítica. Desde el momento en que se agrede contra otra persona se está abandonando el logos y ya no es legítimo referirse a la razón, sino a un falso pathos impulsivo y resentido con el cual vituperar cualquier empresa auténtica de mejora del ser humano y sus condiciones apoyándose en la razón. 

A tenor del aturdimiento en el término logos—razón— y su antónimo pathos, las impresiones de la pensadora Hannah Arendt en lo tocante al mal banal eran equívocas desde el inicio, puesto que Eichmann jamás estuvo en el plano de la razón. Situ el instante en que renunció a su responsabilidad cayó en el pathos [imagen mítica], padecía y nada más que le quedaba restar potencias como señalaba el filósofo racionalista Spinoza, al confundir con imágenes confusas y distorsionadas el mentado dirigente nazi [Eichmann] la idea común de animal racional humano; las nociones comunes halladas en los principios matemáticos y renombradas por el camarada filosófico racionalista Leibniz en la obra "Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano" de principios del S. XVIII. 

El mal banal no sucede por causa de la razón calculadora, sino en tanto que por su ausencia de la misma, el actor es ignorante, preso del pathos cual espectador del público con una película embelesadora, enamoradiza—se alimenta de una fantasía, imagina y no sabe en qué punto finaliza el relato de aquel que está allende del espectáculo atestiguado, un asiduo al vino privado de saborear la pureza de los alimentos en estado sobrio ¿Existe algún vínculo con lo racional? Si se divisa, pido amablemente que me indiquen qué partes ven asociadas con la actitud racional en esta suerte de epojé—suspención del juicio. 

El sujeto entonces se desembaraza de su función de conocer e investigar, dudar, la fuente de la virtud de la razón, episteme y la phronesis-deliberar correctamente, pesando en la balanza las razones con los deseos y no permitiendo que los últimos se antepongan a los principios morales no sujetos al mandato de un líder o poder determinado de tipo coactivo—símil con el encantamiento del filme en el ejemplo anterior. Matar o albergar la intencionalidad de quitar de en medio a un ser humano viola apriorísticamente cualquier nexo con la civilizada y dialógica razón. La razón no obra de forma no meditativa ni incomunicativa. El pathos se coló, o mejor enunciado, se encubrió a propósito, con vistas a obtener un cabeza de turco—la razón— y cargar contra ella, debilitando sus ideales humanistas de concordia y comunión con aviesos fines, irónicamente aquellos que tanto se reprocha a la Ilustración y todo destello de intelectualidad y su nexo con la civilización y sus adjetivos civilizado y civilizatorio. Las secuelas de lo nombrado no son otra que la edificación de "un hombre de paja", falacia en rótulos mayúsculos de la referencia a la razón clásica [greco-romana] y moderna, sentenciada cual Giordano Bruno, a la hoguera. 

La razón no cabe que sea identificada como [mythos] mito, en tanto que la razón sabe cuales son sus límites respecto de la superstición y la idolatría cuando los medios para su ejercicio están en la moderación, la templanza, la generosidad, la amistad y demás areté—virtudes, la cual no traiciona ni aplasta a ningún ser. Harto lejano de la luz del entendimiento es el sendero de quien practica la violencia y se circunscribe al ángulo de sus percepciones más arraigadas , incapaz de discernir lo falso de aquello que está más aproximado a la realidad de los hechos. Cita apropiada insertar aquí la de Sócrates alusiva a "una vida examinada", y no entregada al absurdo—ex nihilo ad hoc [desde la nada y para la nada]—como causa primera y final. 

Esto anteriormente comentado en los párrafos ulteriores es la acometida de la denominada posmodernidad y sus derroteros pesimistas de claros tintes románticos, aquellos que encandilaban al propio Eichmann. El optimismo ilustrado calumniado al grado de engendrador de monstruos. Curioso, porque dichas abominaciones tienen su sede en el pathos irreflexivo, faz de legiones ebrias de poder, de aplastar a todo bicho viviente a manos de su voluntad verduga de cualquier atisbo de análisis crítico, de logos, la verdadera efigie de la razón. 

Eichmann y los sujetos similares a este actuaban desde el minuto 1 en un pathos—imagen mítica de Imperio alemán o Reich tirano, Gulag soviético y demás totalitarismos, desvarío de superioridad racial y hegemonía, nuevamente mutilación de la idea de humanidad situ sobre prejuicios y estereotipos, opinión, doxa platónica, y eje del destino de los demás países, sacrificándolos cruelmente—embebidos de odio, venganza y envidia—y al que someterse, sucumbir y negar de tal manera la entrada del juicio, la palabra y no los puños o armas, la argumentación, libertad de discernir y disentir, atisbar otra dirección, oponerse a. 

Tal cosa,  además del carácter de némesis respecto de las luces de la razón, es precisamente lo que "el mal banal"/la banalidad del mal de Arendt—obediencia ciega—nos confirma: la verdad y urgencia del intelectualismo/virtuosismo moral como garante de progreso epistemológico-moral: unidad, fuerza intelectual, amistad, moderación—firmeza y generosidad que decía el excomulgado Spinoza, enriquecimiento cultural, hermandad, libertad, igualdad y no encaminados a la mitología o barbarie, el espejo del pathos. La razón no ha cometido nunca tales atrocidades. Si está en vuestra imperiosa, divisoria e impetuosa necesidad localizar un culpable, ya os contestasteis a vosotros mismos. 


"Los bulos de la crítica a la mitificación de la razón": La irracionalidad del mal banal. 


J.B.B

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