martes, 27 de octubre de 2020

 El gran fallo de las sociedades actuales es asociar autoridad con autoritarismo. La educación marcha imitando a los cangrejos, pasos en retroceso de Michael Jackson, "moonwalk", debido a esta confusión y anulación total de roles. Los padres y madres que opinan que educar es "dejar hacer", sin intervenir y luego se escandalizan y sorprenden cuando averiguan que sus hijos son adictos a toda clase de sustancias y delinquen o propinaron una paliza a algún compañero de instituto, abusaron y acosaron a una compañera de pupitre, se vieron involucrados en un acto vandálico, agarraron una borrachera de campeonato y terminaron en el hospital al cumplir los 11 años, etc.  

¿No señalaba Jean Paul Sartre que "somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros"? ¿Y quién nos ayuda e impulsa a ese célebre "sapere aude" atrevernos a saber"? ¿aparece por ciencia infusa en la conciencia? ¿aprenderán ellos solos y desamparados, desde su más tierna niñez, a amar el conocer y valorar al prójimo, sin estímulos a la vista y desentendimiento de los progenitores y progenitoras respecto de su proceso educativo? 

A mi particular juicio, en absoluto. Y los estudios y análisis en torno a este estilo educativo permisivo están al alcance de cualquiera. La pedagogía precisa de una autocrítica. Cualquier crítica debe comenzar con la propia, como refería Kant. Y lo expresa alguien que es pedagogo de profesión, empero, se percata del error en las bases educativas: la socialización primaria no formal del ámbito familiar, aunque no sea nada dado a promulgar o jactarme de mi formación académica. Tampoco lo apunto en calidad de argumento de autoridad, el famoso "X dixit". Se trata de un ejercicio de humildad intelectual, o al menos así lo entiendo yo. Una observación con vistas a reflexionar juntos como mentes-cuerpos humanos. Consiste en un autoexamen al modo socrático para sacar afuera, extraer nuestra "aletheia".   

El estilo permisivo, tan de moda, responde a esta creencia de autonomía ayuna de principios y responsabilidades. Entraña obrar y ser tratados como niños consentidos, pese a haber entrado ya en la veintena. Menores de edad durante toda la vida. Pasar a ser ciudadanos únicamente de nombre, ausentes de lazos solidarios con quienes conviven. La indulgencia es en la práctica un calco de esos estilos autoritarios represivos tan criticados, obvio que me sumo a esta condena de la coacción. Los efectos son igual de destructivos para los participantes. 

Y es que señores y señoras míos, ser progresista no conlleva permitir fuera de límites. Cabe que avancemos, aportemos enfoques y propuestas, incluyamos a colectivos y construyamos conjuntamente una estructura pacífica y de entendimiento, mas no con la tolerancia a la intolerancia y que es la fórmula de este funcionamiento de la educación mimética de las leyes del mercado, el liberalismo y privatización absoluta, formas de vida, micro-culturas aisladas, violentas y comportándose a su libre arbitrio en pro de su beneficio solipsista, inculcados en las mentes de nuestros hijos e hijas. 

El punto intermedio entre los enfoques contrarios comentados es la comunicación bidireccional, la escucha, brindar apoyo y autoestima, fomentar la exploración, el descubrimiento de forma integrativa, yendo con ellos a excursiones y salidas varias, ayudar a desarrollar un espíritu crítico, nuevos juicios en las nuevas generaciones, no dejar a un lado el civismo, enseñar-aprender a relacionarnos con los demás de manera amistosa y hacerles sentir como nos gustaría que ellos hicieran con nosotros. 

Mientras esta moral nula e ideología nihilista no se reduzcan, la depredación y estado de guerra, "sálvese quien pueda", la sociedad del riesgo producto de la permisividad, harán insostenible cualquier existencia. Nuestra extinción es una realidad tremendamente cercana. Retomemos la Paideia platónica y de otros pensadores clásicos, adaptadas a las reformas e investigaciones presentes. 

El anarquismo educativo, entendido como el desgobierno—sin siquiera aprender a gobernarse o cuidar bien de sí el niño o niña y de quienes le rodean, un cuerpo de afinidades, romper con cualquier norma o ley elemental de convivencia y empatía— no es la solución, sino nuestra fatal perdición. Nuevamente la dialéctica: los sueños del anarquismo producen totalitarismos. 


J.B.B

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