jueves, 15 de octubre de 2020

El indulto a Rousseau: La malinterpretación de la bondad innata.

 El filósofo francés Jean Jacques Rousseau, en la obra "Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres" (1755), no enuncia que el ser humano sea bueno por naturaleza, soltado en plan simplón, como se tiende a pensar. Él argumenta que si un niño nace no puede ser malvado, porque es inocente y asignarle la maldad conllevaría que sabe lo que está haciendo, que tiene conciencia. La bondad rousseaniana no es sino la inocencia de un bebé ¿qué crimen ha cometido de antemano, sin un aprendizaje ni valores de ninguna clase, para acusarle de ser malvado? ¿y no expresa cariño ese niño como mamífero? ¿no necesita atención? ¿se atreve alguien a clamar que hay algo torcido en él, porque es travieso o no se está quieto? 


¿qué mayor prejuicio y equivocación que culpar de nuestros errores a una vida recién aparecida? ¿y no séra desconsiderado con otros si el ambiente en que se ha criado se ha caracterizado por la indiferencia, el abandono y la crueldad? ¿no hay bondad en la inocencia del niño recién nacido? ¿actúa en el principio para hacer daño? La respuesta es no. Esa conducta fue una enseñanza-aprendizaje que imitó y reprodujo. Si la sociedad está torcida, obviamente el niño saldrá desequilibrado. 


La cuestión es la que sigue ¿es condenable la sociedad entera? ¿Está la sociedad, sin excepciones, corrompida en su núcleo por la misma naturaleza que el poder? ¿comprende la entrada en la norma la perversión? ¿y cómo evitar la deformación sin ley alguna? ¿cabe que se autolesgile dejando fuera la buena relación con otros? ¿le privamos de su necesidad de socializar, habitar un cuerpo normativo-valorarico común? ¿le apartamos de jugar con otros niños, llevar a cabo simulaciones imprescindibles, pactos, complicidades, amistades, etcétera? ¿no es la educación la clave para esa idea aristotélica de que el ser alcance toda la potencia en acto y el acto de su potencia, traducido en ser más buenos? ¿es que esa candidez del bebé no puede persistir y evitar su transformación en el sujeto egoísta, depredador, competitivo y ambicioso  hobbesiano?


He aquí el extracto de Rousseau: 


"No saquemos la conclusión, como Hobbes, de que, no teniendo ninguna idea de la bondad, el hombre es naturalmente malo; vicioso, porque no conoce la virtud; que niega siempre a sus semejantes los servicios que cree no deberles; que, en virtud del derecho que se arroga sobre las cosas que necesita, se imagina insensatamente ser el propietario único del universo entero. Hobbes ha visto muy bien el defecto de todas las definiciones modernas del derecho natural; pero las consecuencias que deduce de la suya demuestran que la toma en un sentido no menos falso."


"Razonando sobre los principios que enuncia, este autor debía decir que, siendo el estado de naturaleza aquel en que el cuidado de nuestra conservación es el menos perjudicial para la conservación de nuestros semejantes, éste era por consiguiente el estado más a propósito para la paz y el más conveniente para el género humano. Pues dice precisamente lo contrario, por haber hecho entrar, con gran desacierto, en el cuidado de la conservación del hombre salvaje la necesidad de satisfacer una multitud de pasiones que son producto de la sociedad y que han hecho necesarias las leyes. El malo, dice, es un niño fuerte".[...] 


"Hobbes no ha visto que la misma causa que impide a los salvajes el uso de razón, como pretenden nuestros jurisconsultos, les impide al mismo tiempo el abuso de sus facultades, como él mismo pretende; de modo que podría decirse que los salvajes no son malos precisamente porque no saben qué cosa es ser buenos, toda vez que no es el desenvolvimiento de la razón ni el freno de la ley, sino la ignorancia del vicio y la calma de las pasiones, lo que los impide hacer el mal: Tanto plus in illis proficit vitiorum ignoratio, quam in his cognitio virtutis."


"Hay además otro principio que Hobbes no ha observado, el cual, habiéndole sido dado al hombre para suavizar en ciertas circunstancias la ferocidad de su amor propio o su deseo de conservación antes del nacimiento de este amor, modera el ardor que siente por su bienestar con una innata repugnancia a ver sufrir a sus semejantes."


"No creo que deba temer una contradicción concediendo al hombre la única virtud natural que se ha visto obligado a reconocer el más furioso detractor de las virtudes humanas. Me refiero a la piedad, disposición adecuada a seres tan débiles y sujetos a tantos males como somos nosotros; virtud tanto más universal y tanto más útil al hombre cuanto que precede al uso de toda reflexión, y tan natural, que las bestias mismas dan de ella algunas veces sensibles muestras. Sin hablar de la ternura de las madres con sus pequeños y de los peligros que arrostran para protegerlos, obsérvase a diario la repugnancia que experimentan los caballos a pisotear un cuerpo vivo."


"Un animal no pasa nunca al lado de otro de su especie muerto sin sentir cierta inquietud; hasta hay animales que les dan una suerte de sepultura, y los tristes mugidos del ganado entrando en el matadero anuncian la impresión que recibe ante el horrible espectáculo que contempla. Con placer se ve al autor de la fábula Las abejas, obligado a reconocer al hombre como un ser compasivo y sensible, abandonar su estilo frío y sutil para ofrecernos la patética imagen de un hombre encerrado que ve fuera a una bestia feroz arrancar a un niño de brazos de su madre, triturar con sus mortíferos dientes sus débiles miembros y desgarrar con sus uñas las entrañas palpitantes de la criatura. ¡Qué horribles estremecimientos experimenta ese testigo de un suceso en el cual no interviene su interés personal! ¡Qué angustias sufro por no poder prestar auxilio alguno a la madre desvanecida y a la expirante criatura!".

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