domingo, 22 de marzo de 2020

—Domingo, horrible domingo— pronunciaba Kafka. Me sumo a este sentimiento el septimo día de la semana. Dios descansaría esa fecha, pero ni el condenado virus, ni los profesionales sanitarios y científicos se toman un respiro. Esto es la jodida guerra del bien contra el mal. Sí. Aquí me posiciono en contra de subjetivismos. Es un mal común. A nadie le beneficia.

Están perdiéndose vidas humanas a la velocidad, si no de la luz, bien próximas a esta magnitud. Hacen falta fondos para investigar y dar pronto con una vacuna universal. Menos fe (la fe nos nos va a salvar. El papa ha reconocido la utilidad del conocimiento científico) y más efectividad y respuesta por parte de los políticos, sin importar la facción o bando.

En esta complicada coyuntura no caben las desuniones, los viejos revanchismos sede del egoísmo. La humanidad debe cohesionarse, como un MEGAorganismo resistiendo a la amenazante pandemia vírica. El apoyo y solidaridad son más urgentes que en ningún episodio histórico precedente.

El fenómeno de la globalización presenta sus pros y sus contras—contagios generalizados a tenor del diálogo o relación intercultural. Tiremos de los pros. Los cables o puentes están ahí. Los ciudadanos somos una especie ¿Lo habíamos olvidado? No existen diferencias notables. Si nos despojamos de tontas creencias y convicciones egoístas, hallaremos un nexo, la conciencia de que lo que le pase a un miembro o elemento del sistema repercute en el resto. Es ingentemente triste, que tenga que golpearnos un tsunami de este calibre para despertar.

Hemos de apartar los rencores y amar. Practicar la empatía evolutiva. Esa cooperación y preocupación por el otro, que cruzando el río de los siglos, nos permitió y permite poder incorporarnos de la cama cada amanecer, abrazar a nuestros seres queridos, hacer el amor con la pareja, disfrutar de eventos juntos, consolar y apoyar en las horas bajas, etc. Una bomba atómica de más de 20 kilotones [kilotoneldas] y cargada de amor, como soñaba Albert Einstein. Los gobiernos mundiales deben colaborar como esas especies vivas, en pos de comunicar nuestra voz a futuras generaciones, y de cómo mandamos a tomar por saco a dos monstruos llamados CO-VID 19 y egoísmo.

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