domingo, 12 de noviembre de 2017

UN NIHILISTA

Abrazo el nihilismo, porque entre otras cosas, cada día transcurrido me destruyo, autocrítico, coloco en tela de juicio (con gran dificultad debo añadir) algunas de mis convicciones (todas resultaría imposible, pues ni yo las conozco conscientemente en profundidad) con el fin de mejorar, transformarme y mudar con la nueva llegada de la aurora.

Los principios últimos y contundentes representan la primera piedra del edificio dogmático. A esas verdades absolutas se las ha denominado en filosofía como "metafísica dogmática". Yo no comprendo una sentencia o proposición lógica, sino "un proceso de cambio, una constante crisálida dentro de su capullo".

Camino, y con mis pasos pronuncio la muerte del sujeto fuerte, un yo totalitario, durante este instante y el venidero.

Renuncio a albergar creencias y valores definitivos, con el propósito de no quedar encerrado ni definido, enclaustrado en la jaula conceptual, en la que coexisten las categorías e imperativos. De permanecer en ella, éstos restrinjirian por completo mi capacidad de elegir y determinarían inmutablemente cómo debo ser ¿por qué ese empeño en trazar límites en el océano?  ¿qué quién y qué  soy? Nadie y nada.

J.B.B

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