sábado, 19 de noviembre de 2022

Del ocaso de la diferencia

 El día amanece gris por fin. Adiós al tedioso y monocromático azul celeste. El otoño abre los ojos cuando su defunción está próxima. Suenan los villancicos en la distancia y la estación como sucede antes de la hora final, intenta sacar fuerzas y dar muestras de un vigor hasta la fecha inexistente, consumido por el narcisismo del verano. Crece el verano a la vez que el poder del yo. Las hojas amarillas, ocres y terrosas del otoño son tal vez el último vestigio de la diferencia, la multiplicidad, la metáfora antes de fosilizarse y volverse sólido concepto siguiendo a Nietzsche. Es el yo aún voluble y consciente del otro. El otoño se marchita como la figura de lo distinto al yo. 

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