martes, 12 de enero de 2021

Hemos alcanzado en nuestro regresivo—vamos como los cangrejos en retroceso—siglo XXI el ridículo mayúsculo de premiar toda suerte de incoherencia como un triunfo del desafío a la autoridad, mientras que la básica o primaria coherencia es tenida por-valorada universalmente como herramienta de dominio de la racionalidad occidental. 

Que la realidad tenga el orden primario que necesitamos conferirle pareciera que procede completamente de las dialécticas de opresión de la forma de proceder de una zona geográfica hegemónica. Debe ser que la tribu africana de los massai mastica el alimento con los pies, va chocándose contra los árboles porque para ellos son otros objetos, o que los indígenas del Amazonas satisfacen sus necesidades primarias, cazan y se alimentan por el conducto anal, fornican sin emplear los órganos sexuales, las mujeres alumbran a sus hijos por la espalda y somos nosotros quienes mantenemos jerárquicamente que tienen lugar rasgos básicos o necesidades engranadas en todas las civilizaciones y culturas humanas. 

Aquellos que indicamos las semejanzas pecamos de etnocentrismo o identificar lo nuestro en lo ajeno bajo ese recurrente discurso colonial e imperial ¿Todo lo compartido es colonial e imperial entonces? ¿en las alturas del Himalaya no se ríe? Según estudios antropológicos, la gente de la región budista de Bután [entre China-India] es la más feliz a más de 3000 metros de altitud ¿y por qué de acuerdo con numerosas investigaciones los monos y otros mamíferos sociales poseen algunas conductas semejantes a las nuestras? 

Habríamos de falsar, uno por uno, dichos hallazgos de semejanza entre monos, otros mamíferos y los seres humanos por entero, lo cual es absurdo, en tanto que los casos de comprobación a cargo de incontables biólogos, etólogos y primatólogos resultan tremendamente complicados de refutar—una excepción o particularidad  localizada no suprimiría la regla, puesto que cabe ser un tipo e individuo aparte, pero no la anulación de un conjunto amplísimo —. Si excluimos los estudios al respecto en su totalidad como sesgados, engañosas interpretaciones, manipulados-trucados los datos y resultados, luego con mala fe en los múltiples investigadores. 

En tales circunstancias, producto de un escepticismo hartamente fuerte [incredulidad] injustificado y acrítico, incurrimos peligrosamente en las denominadas "teorías de la conspiración", y de ahí al terraplanismo no se recorre ninguna distancia—los terraplanistas siguen negando la redondez de la tierra, aún cuando hay más fuentes, formulaciones-cálculos y experimentos en cuanto a su forma esférica reproducibles en otros entornos y contextos—para empezar Australia es real—, que presentan mayores razones para creer en ella que para aseverar su planicie. 

Si nos atenemos al principio lógico del tercero excluido, una de las dos—redonda o no redonda—debe ser verdad  (A V -| A) A o no A. No es posible una tercera opción. Hay más pruebas a favor de la redondez [achatada por los polos] de la tierra. Ídem con la similitud entre otros mamíferos y los seres humanos. 

¿también se trata de un enfoque colonial e instrumental que buscamos la compañía de los demás por instinto y para conseguir ventajas que eviten nuestra extinción? Continuará [...] 


J.B.B

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