martes, 12 de enero de 2021

 Los hechos no están divorciados de los valores, cuando yo emito alto repecto de un acontecimiento estoy motivado a interesarme o no y a concebirlo desde un ángulo o interpretaciones, pero aquellos aunque condicionantes de ser entendidos de una manera u otra, no producen todos los hechos. 

Hay hechos verdaderos o falsos con independencia del punto de vista de una persona. El agua moja, pese a que yo me resista con todas mis fuerzas a afirmarlo y lo mismo cabe decir del fuego. Probemos con otro elemento: El fuego quema y aún cuando el dolor o sensación emerja de mi sistema nervioso, es un hecho comprobable en todos los casos—ambientes— que a todos los seres vivos les quema-afecta el fuego, ni que decir tiene los vegetales. 

La definición lógico-empírica de verdadero se vuelve necesaria en determinadas situaciones para manejarse en el quehacer cotidiano.  Negar lo anterior es aceptar absurdos confusos—no saber que algo es y que no es—verse impedidos para enunciar ningún juicio sobre nada del mundo y referirse a un objeto-sujeto, fenómeno como tal. Antes de probársenos lo contrario con fundamento y fuentes serias, tenemos razones adecuadas para creer en que es verdadero. 

Por ejemplo: Es un hecho verdadero que tú eres tú y que estás comiendo pan en una cafetería ahora mismo y no que eres un perro que se está duchando [no dudaríamos que al escuchar aseverar a la otra persona que es un perro que está tomando una ducha está bajo los efectos de alguna sustancia alucinatoria. 

Yo mismo podría estar drogado-colocado y pensar que lo falso es lo verdadero y que en realidad desconozca que los perros se duchan en las cafeterías, mas entonces todas las personas habríamos perdido el juicio y no habríamos elaborado nada coherente o con utilidad en lo tocante a que sigue un proceso de inteligibilidad, herramientas que permiten la edificación de viviendas, instrumentos técnicos que ofrecen unos resultados donde no hay correspondencia con estructuras ilógicas, de lo contrario los aparatos tecnológicos y otros resultarían inservibles. 


La cordura es una demanda de la razón frente disparates como un cepillo de dientes para los pies, un secador para la garganta, libros sin ningún contenido escrito y que estuvieran adheridos al techo de las casas, sillas-sillones para estar de pie, hornos que desintegran la comida, aspiradores que llenan de polvo la casa, etc. Ni siquiera estarían en disposición de llevar el nombre para la función que cumplen. Ignoraríamos el cepillo y su acto cepillar, nada guardaría conexión con nada y de un punto no se llegaría a siguiente, ni lo manual se asociaría con las manos, sino con los pies o la cabeza. Toda lógica elemental de distinción inteligible de existencia del mundo entre verdadero y falso se va a la porra en estos supuestos del disparate. 


Siguiendo este hilo previo de negación de lo verdadero como lo que es y no puede no ser, no demoramos en pronunciar frases similares a que si los sujetos se arrojan desde el balcón, volarán o levitarán como Superman, porque la gravedad como concepto lingüístico es un constructo de Newton y la modernidad científico-filosófica de la revolución científica. 

¿dónde se dejaron que las fuerzas físicas terrestres ejercen un influjo de atracción—magnetismo— sobre todos los cuerpos, además mediante leyes formuladas al respecto? ¿que podrían demostrarse aquellas como falsas o falibles? 

Difícilmente en la tierra, si atendemos a su evidencia o funcionamiento en sí en este lado-dimensión del universo por lo menos, invalidarlas. De anularse en otras regiones  del cosmos tampoco se invalidan en el nuestro, por lo que esos principios siguen teniendo necesidad y sobre todo sentido para la humanidad. 


J.B.B

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