martes, 23 de junio de 2020

Me he dado cuenta de que hay que acudir a lo banal para hallar la trascendencia porque la trascendencia jamás tiene suficiente. Mediante la intrascendencia engañamos al perfeccionismo y nos olvidamos de los centenares de problemas que nos inquietan. No hace falta más que admirar las estrellas, perderse en su objeto y olvidarse de cualquier asunto. Esto ya lo planteaba Schopenhauer en la estética y por supuesto es uno de los propósitos del budismo e hinduismo: dejar atrás el sufrimiento liberándonos del ego ¿sabéis que es el ego? La razón.

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