lunes, 30 de septiembre de 2019

Todos huimos de algo, pero el peor de todos los exilios es el de uno mismo. Antes pensaba que la evasión era la respuesta. Ahora me doy cuenta de que es un acto de cobardía evitar lo que uno es.

La clave estriba en mejorar quién se es desde la aceptación, tal como se integra en la existencia que merece más luchar por el presente y forjar un mañana que estancarse en un polvoriento pasado. Del mismo modo, vale más la pena desplazarse hacia el reconocimiento—reconciliación—la afirmación de lo que se es y es en pos de la mera mutabilidad de la vida. Todo se mueve, nos plazca o no. El que no se enfrenta a sus temores hoy, tarde o temprano los tendrá que capear o jamás se liberará de lo que le priva de ser y sus potencialidades. Mirando fuera de sí, se anda tras la búsqueda de una quimera. Uno no puede estar dándose esquinazo siempre. Después de todo, al final la muerte nos localiza a todos.

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