domingo, 8 de septiembre de 2019

EL AUTODESCUBRIMIENTO DE MI ESCRITURA: LO NO NEGRO: POLICROMÍA.

La motivación genera o localiza el sentido. Posiblemente, por eso, al ingerir cafeína o bien realizar un deporte, todo cobra más plenitud__llena ese centro de información neurológico y neuronal falto de energía, electricidad, enlace...__y entonces apetece moverse por un objetivo.

La representación—imagen— de lo deseado se visibiliza, cual corrientazo de electroshock en el órgano cardiaco, y activándose con ello todo el cuerpo; la vida concedida a la inerte criatura de Frankenstein. El cerebro necesita tomar, liberar y segregar sus propias drogas, para rendir adecuadamente y vencer la desagradable sensación de vegetar, yacer casi en estado de coma: la rendición.

—¡¡¡Está vivo y siente que vive!!!

Contrariamente a la mayoría de escuelas y máximas existencialistas (tan divulgadas), la actitud de indiferencia e impasibilidad dirigida al mundo no es la solución, sino el espantoso autorretrato de lo decrépito y mórbido, desfilando funébremente; escurriéndose velozmente el individuo por el desagüe de la vida.

El ansia por acelerar nuestra ausencia bajo el descompuesto fango terrenal o la transfiguración corpórea en etéreas y levitantes cenizas, no es más que una idealización romántica__beber el auxiliador veneno y despedir al dolor__; el vano y engañoso sueño de una libertad del alma trascendiendo este plano.

Como ha quedado reflejado en anteriores párrafos, soy romántico en mi prosa; otro ej: gualdas y cenicientas cataratas ingrávidas ahuman el vasto iris azul celestial. Indultan al firmamento de la infinita condena de la pureza insaciable. Sin embargo, no me identifico con el romanticismo en sus términos clásicos, respecto del carácter tan aciago y trágico del destino de los escritos. En lenguaje más coloquial "sigo mi propio rollo". No ando tras la sombra de nadie, persigo mi propia silueta o mejor dicho, ella se cierne sobre mí.

A mi juicio, es lo que debe intentar hacer cualquier persona, que escriba o tenga intención de ponerse a ello. Hallar su propia voz, transmitir con sinceridad; como salga de los huevos, o a saber de qué puto orificio y no apegarse a directrices de un estilo o tradición "predefinida".

¿Es que acaso uno no puede evocar un romanticismo redentor, que no se regodee en la mierda cantante y danzante, de la que tenemos harta constancia que somos, como mantenía el personaje nietzscheano Tyler Durden en The Figth Club?

Ejecutar la proeza. Actuar desagradable, duro, desalmado y despiadado con lo desagradable. Un gancho directo a la altanera mandíbula del hastío. Knock out. Bastante morralla abunda por doquier ¡¡¡No más intoxicación sanguínea!!!

Mi arte literario, si es que puede denominarse como tal, es anti-adorniano. Es decir, no siente predilección por el sufrimiento, ni tampoco quiere hacerlo recordar. La gente sabe bien el montón de excrementos, que cubre este cenagal. Tal vez se agotaron mi resentimiento y asco; el instinto misántropo de lobo estepario, acidez con la humanidad. El limón exprimido ya no contiene amargor, o por lo menos no albergo propósito alguno de derramarlo sobre los maltrechos corazones de los posibles lectores y el mío.

¿Me toparé con el escollo de Zaratustra y —tampoco soy yo la boca para estos oídos?

J.B.B

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