miércoles, 22 de abril de 2020

RELATO

El Conejo Blanco sale disparado, como una bala y con el mecanismo de la creación de un relojero, en mano. La angustia le oprime. El carrusel de minutos no debe perecer. El ser y el tiempo conejiles se imprimen en la propia escena y el organismo del animal. El texto traspasa la carne; interpretación de la fisiología y disección psicológica ad consecuenciam. La angustiosa mente cableada con el tenso cuerpo. La posibilidad de la muerte, el sum moribundus (ser muriendo), acontece para el pequeño roedor de orejas puntiagudas y largos bigotes. No hay tiempo que perder. La vida se esfuma en un, onomatopéyico, "ñam ñam".

El resplandor de una conciencia del ser para la muerte come-zanahorias y lechuguero. —¡Tengo que arribar a mi cita puntual! Retrato del sujeto kantiano alienado, enajenado por su yo obsesivo compulsivo del orden y la variante sucesión caótica, externa a sí.

No hay otro lado del espejo para este. La vitrina misma de la conciencia reposa en la intuición sensible del tiempo, ensamblada con las demás categorías del entendimiento abstracto. Las etiquetas que le hacen saber que es uno, blanco, en un lugar concreto [situación], permanencia, aunque se desplace, y que en el supuesto de abandonar el sprint, deberá acatar un efecto. Concluye que la causalidad es universal y por lo tanto necesaria.

Aparte de este batiburrillo de la revoltosa filosofía moderna kantiana, resta mentar que el conejo no corre alingüísticamente y al tún tún.

Comprende un imperativo categórico—movido por el deber—rebatir a Heidegger y otros mal-entendidos partidarios de la bifurcación metafísica del humano racional, luego lingüístico y el concepto especie ajena. El conejo no es un ser pobre en el mundo. El conejo conejea, porque lenguajea. El conejo, además, comunica en su mundo particular estados varios.

La contradicción se traza, si se amputa al conejo su ser para el lenguaje. De probarse la pobredumbre lingüística, desde hace mucho ya no se hablaría de conejos ¿Pues cómo articularon las llamadas, relaciones entre unos y otros? Su concepto nominal—sustantividad— habría sido barrido de este otro, historia de la evolución. La simpática anécdota, relatada por el filósofo Quine, acerca de la confusión y complejidad de un intérprete en una tribu para distinguir entre sombrero y conejo—denominados ambos "gavagai"—constituiría un episodio de delirio febril analítico [filosofía sajona] del lenguaje; algún disparato experimento mental de una entidad mitológica al modo del unicornio, insertada dentro de los parámetros de la lógica.

A la zaga del conejo, corre la joven Alicia que a diferencia del animal saltarín kantiano, habita despreocupada en la intuición estética; la imaginación del genio artista y vía de escape del Übermensch [superhombre] Zaratustra. El país de las Maravillas, lugar donde la posibilidad de no ser es aún real, y pese a todo, la lógica salpica los múltiples escenarios—pensamiento divergente—contemplar otras vías o caminos [aumento del hipocampo cerebral]. En cambio, la poco creativa humanidad construye, inconscientemente, esta dolorosa prisión llamada existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario