jueves, 16 de abril de 2020

La agonía del pensamiento crítico

Respiramos una época donde apostar por el auténtico pensamiento crítico, es sinónimo de dogmatismo o bien ligado a estar uno vendido a los poderes fácticos operantes en la sombra.
En cambio, optar por respaldar oscuras confabulaciones, cuanto más infundadas mejor, se ha transformado en la casa de la crítica y con el esgrimiento de razonamientos espúreos en boca de la verdad. La crítica ya no se reconoce a sí misma, en tanto que se ha invertido su función en el pensamiento común o cotidiano, conduciéndola a "desconfia porque sí" [sin duda razonable], "rebate al son de fuentes poco fiables", llamadas alternativas y véndete al influencer que más likes acapara en las plataformas sociales.

De este modo, agoniza la filosofía seria y con criterio, la de ese pasado no tan lejano, cuando aún la reflexión era cauta, prudente y se guiaba por un método o camino. Entonces se preocupaba por investigar, contrastar, demostrar falso y verdadero mediante argumentos una idea y no entrar al trapo de intereses ideológicos—por mera conveniencia— en lo tocante a la verdad y falsedad. No jugaba tan descaradamente a la política de amigos y enemigos.

La filosofía se halla en un terreno resbaladizo, entre sucumbir a la peor de las supersticiones y el lado más acrítico, en palabras de una comunidad pseudo-pensante (falsamente pensante) residente en la ciudad de la opinología. En efecto, la filosofía peligra de volverse pura doxa [opinión] y traicionarse a sí misma.

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