domingo, 19 de abril de 2020

IDEALISMO MATERIAL Y MATERIALISMO IDEALISTA RACIONAL

En esta fase de mi rollo filmográfico, llamado vida, he constatado que el mundo y la realidad existen y que gracias a la razón, descubrimos esas verdades necesarias y que hacen que sean así y no de otro modo.

El mundo contiene un orden en sí mismo, pero solamente lo captamos desde las leyes del pensamiento racional, aunque no invalida que el orden exista. El orden y la coherencia se descubren.

Desde hace mucho se ha considerado a los animales como seres irracionales, pero si los animales participan de esas verdades comprobables por nosotros, nos veríamos obligamos a deducir que los animales son racionales, debido a que su respuesta ante nuestros patrones debería resultar desordenada y no conincidir con las verdades de la razón que hacen que el mundo sea. Es decir, que los animales en el caso de no ser racionales, romperían con las reglas del mundo que les integra, puesto que lo racional no se emparejaría ni confabularía con lo lógico respecto de falta de entendimiento. El entendimiento por tanto no está exento en los animales al recibir y devolver las verdades del mundo en sí.

Las ideas son materiales, puesto que el mundo es material, aunque se abstraiga o teorice—sea pensable— y "la razón no es contraria a la naturaleza" como declaraba Spinoza. La naturaleza, si bien tiene aspectos espirituales-conceptuales o simbólicos, por necesidad precisa de un estado anterior con el que guardar cohesión y ligarse. Luego lo espiritual debe verse imbuido por lo material.

El idealismo es material y el solipsismo [la idea de un yo único arquitecto de la realidad y sus diferentes miembros o elementos] un malentendido de la comprensión de la realidad. Conocemos el mundo en su esencia con la razón, esos principios innegables que dan forma al resto, cuáles mónadas o sustancias simples—elementales— y que encadenan la realidad. Lo complejo o compuesto debió surgir de lo simple por el principio anterior demostrado—lo de después debe contener el antes para ser después. Los demás seres y el mundo guardan las verdades de la razón y convienen con ella.

La locura no está certificada en el cumplimiento de la norma social, que es contingente [probable de ser cierta o no], sino en una interpretación ajena a esos principios de la razón, análogo a un primer género de potencia o de conocimiento. Por eso, en ocasiones, ante los episodios de delirios y desvaríos vislumbramos notas mínimas de lucidez y hasta de brillantez y genialidad, por un necesario nexo básico con lo racional.

De este engranaje primigenio racional emergen todas las cosas.

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