domingo, 26 de abril de 2020

Con cada salida del sol, rememoro con mayor nublamiento y resta de atención los acontecimientos pretéritos. Conjeturo que es una buena señal no posar demasiado la mirada en el sendero recorrido, salvo para caminar, con menos tropiezos, en aquel dispuesto ante la retina. Aquello que en su día me perturbaba y desataba estados insomnes en las madrugadas, en la actualidad adopta la forma de menudencia. Jean Paul Sartre lo describía, con más atino que yo, en la novela "La nausea": "Hoy los extraños sentimientos de la semana pasada me parecen muy ridículos: ya no me convencen". La venganza, por citar un ejemplo de cobrarse y traer a la mente un viejo agravio, es un plato que se sirve en frío, no porque lleve un margen de tiempo urdirla, sino porque ya está podrido—en desuso semántico—su "leitmotiv".

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