La razón alberga siempre un papel de médico si cuenta con buenos instrumentos [hábitos], empero, hay que fomentar el carácter sanador de la razón en dichos parámetros de amor, diálogo y concordia-encuentros—ejercitarse en las virtudes [aretés] y perfeccionamiento del ser—.
Ella es la cura contra el odio y la perversidad de los hombres. La perversidad puede ser causada por la razón, por supuesto, pero por su incorrecto uso, aunque sin ella [la razón-entendimiento y conciencia] con elevada certeza queda la barbarie absoluta—imposibilidad de introspección, conexión emocional consciente ni distinguir lo adecuado de lo inadecuado.
Empleada adecuadamente, la razón comprende la escayola, granito, mármol; el material y la forma en que se reconocen los seres humanos como obra mutua para caminar, críticamente, juntos hacia nuevos horizontes.
J.B.B
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