jueves, 3 de diciembre de 2020

 He aquí una verdad. La felicidad está en la sabiduría y aquella en el conocimiento de uno mismo y el amor intelectual a la Naturaleza. Spinoza llevaba muchísima razón. Demasiado odio por ignorancia y temor en la mayoría de seres humanos y no se entiende que se padece de este modo y no se actúa, se alcanza una perfección mayor con el amor y amistad que el odio donde se es esclavo entero de las causas externas cual niño pequeño, y se idolatra al último como un superhombre por su capacidad de creación, mas preso por entero de sus apetitos y apartado por entero del recto camino de la virtud, al conducir lo que apetece con afectos contrarios a su naturaleza y se contradice a conciencia [el superhombre sabe que se contradice y hiere a sí, mas lo toma equivocadamente como fortaleza, no el niño, que no sabe lo que es adecuado y lo que no para sí] , en vez de tratar de armonizar y concatenar todas sus partes como una figura geométrica, que aunque irregular están bien alineados sus lados, y reposar en la virtud—lo que es mejor para sí—que es la felicidad en sí misma. 

Y debido a lo anterior, cegados por el prototipo de superhombre, se quiere ir más allá de la potencia humana y por ello se sufre, porque se desconocen los límites y se enfadan-irritan cuando pierden aquello que quieren y no aceptan e integran que al desprenderse de sus inclinaciones conducentes a las pasiones nefastas son libres. Y al no ser libres siendo dueños de sí jamás visualizarán la felicidad, puesto que entienden por virtud lo opuesto a la firmeza, al contento de su ánimo, alegría y la resistencia ante lo que produce dolor, actitud de arrancarlo de su mente, lo que reprime la capacidad de obrar y perjudica cuales malas hierbas. Y así se desprecia la vida y se añora la muerte. 


J.B.B

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