miércoles, 23 de diciembre de 2020

De las virtudes que contiene el verdadero conocimiento.

El que conoce tiene la responsabilidad de ser buena persona, del mismo modo que ve despertada su curiosidad por cultivarse intelectualmente, pues pobres de alcance resultarán los saberes de aquellos que solamente persiguen sus intereses lucrativamente—ganar fama y amasar dinero— y en perjuicio de otros, y no caudalosos y frescos ríos que calmen la sed de la humanidad entera. 

Cualquier conocimiento que no reporte bienes colectivos es estéril y su provechosa condición depende de que se desarrolle la moral en justa dirección a lograr transmitir, cual cadena de radio, ondas que lleguen a todos los tímpanos. Es decir, obrando quien conoce en el terreno de la praxis con la misma dedicación, generosidad, sinceridad, integridad y humildad con que se entrega a los descubrimientos, exploraciones, análisis, meditaciones y teorizaciones varias. 

Lo precedente equivale a expresar que un conocimiento falto de actidudes y valores virtuosos—del progreso moral de la especie humana e incremento de la conciencia— está traicionando a priori a la propia noción de conocimiento, incurriendo en la fatal ignorancia.


"De las virtudes que contiene el verdadero conocimiento". 


J.B.B

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