domingo, 31 de mayo de 2020

UNA REFLEXIÓN.

[Pido disculpas si me he desviado del hilo inicial—causa del pensamiento arbóreo—o si no se entendió bien]

Si en la naturaleza no tiene lugar orden alguno ¿qué son los instintos entonces? No comprenden una mera fuerza violenta y ciega, sino patrones, cómputos biológicos diseñados para subsistir. De carecer de un modelo de estructura elemental y contar con uno absolutamente caótico, ni siquiera sabríamos mediante relación causal cuando necesitamos nutrirnos, abastecernos, resguarecernos del frío y el calor, enamorarnos y reproducirnos, en el supuesto de que esa sea nuestra elección, o poco nos importaría vernos acorralados ante una amenaza y no ofreceríamos resistencia o respuestas de miedo, alegría, tristeza, rabia ¿para que un mecanismo de defensa en la anarquía absoluta? ¿qué sentido guardarían, por situar un  ejemplo, los reflejos corporales?

El pensador decimonónico Arthur Schopenhauer, imbuido por el contexto del Romanticismo y la consecuente noción—semántica— de una naturaleza salvaje e indómita, se equivocó en ese punto. Los instintos representan una balanza—sistema de equilibrio— y sin la cual la propia naturaleza se autodestruiría en milésimas de segundo. Siguiendo la estela de Schopenhauer, el psiquiatra Sigmund Freud, a mi entender, cometió el mismo fallo al señalar que nos asesinaríamos entre todos si se nos brindase la oportunidad. En las bases de sus juicios, no deja de residir una concepción hartamente negativa de la naturaleza y la humanidad ligada a ella. Nietzsche, a su vez, participa de esta idea. Véase si no el término "voluntad de poder o el deseo de dominio".

No se ha de olvidar que el filósofo, científico, artista, escritor y cualquier profesión o técnica, es hija de su tiempo. A Schopenhauer le obsesionaba esa fuerza descomunal y sobrecogedora en la imagen de la naturaleza anexionada a la época, idénticamente a Kant y su deseo de emular la física newtoniana—principios universales, en lo alusivo a la explicación de su teoría del conocimiento y seguramente también en lo tocante a la ética [autonomía] sin los factores-agentes externos [heteronomía].

El sujeto kantiano lleva la ley moral dentro de sí y se comunica, intersubjetivamente, con el resto a través del imperativo categórico—obrar como si la magnitud de la máxima fuese una ley universal. Sin embargo, el mentado sujeto dialoga consigo mismo—su conciencia, es monológico [solipsismo-El mundo y las otras mentes son un producto del yo] y probablemente heredado de René Descartes.

Este mismo solipsismo [el cerebro crea la realidad y no puede saber si los otros son una representación propiamente suya] lo acoplará el propio Schopenhauer, aunque en su caso los cauces emergen del idealismo de la filosofía hinduista y budista. El nombrado autor incorporó, pioneramente, conceptos de la desterrada y poco valorada filosofía oriental.

El neonato existencialista derivado del paradigma—sistema de percepción o modelo teórico—anterior llora, desvalidamente-desconsoladamente, al verse arrojado a un mundo hostil, irracional e incontrolable a priori, espejo de esa naturaleza monstruosa—establecido como tal—y frente al cual las empresas varias de las razón fenecen. Ya lo adelantaba el filósofo danés precursor del existencialismo, Søren Kierkegaard: "El existencialismo es romanticismo."

Como ha quedado reflejado, la mayor parte de personas alberga, hoy en día, una representación romántica de la naturaleza, entendida como furibunda y destructiva voluntad, extrapolándola [dicha visión] al funcionamiento motor desalmado de la sociedad ¿cómo dejar atrás este sesgo? 🤔

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