sábado, 2 de mayo de 2020

Me he fijado en que el conocimiento y la actividad intelectual, entendidos clásicamente en parámetros cognitivos, y disociativos de la mente-cuerpo, traen consigo un impedimento para la empatía ¿Y no me transformo yo mismo en esa razón calculadora o técnica, cuando medito y abstraigo lo concreto-particular?

El conocimiento mentado, puramente lógico, ingenieril conceptualiza—desintegra—al otro [la diferencia, el atopos] abstrayéndolo, erosionando su rostro cuales dígitos numéricos, cuantificables y estructurables en una cadena causal. Las consecuencias quedan al arbitrio del dominio de las categorías impuestas sobre la alteridad, quitándole las cualidades. El mundo mismo y los entes [seres] integrantes, en su materialidad, queda reducido a formalidad manipulable y operable.

La empatía [ponerse en el lugar del otro] pasa a ser un mar de apatía para la identidad, absorbida por el aparato conceptual—el entendimiento—. La imaginación se halla encorsetada por completo en el entendimiento y la libertad estética de salir de sí mismo para percibir la realidad en su forma verdadera—intuición—, por el contrario es equiparable a la utilidad. Como diría  Schopenhauer, la voluntad sería limitada a la representación y en palabras de Heidegger, el ser [lo ontológico] restringido al ente u objeto [lo óntico].

Mediante dicho cognitvismo desafectivo, el otro pasa a ser un útil y el yo se oculta por entero. El sujeto está oprimido por sí mismo [me pienso, me domino], ese logicismo que lo iguala y equipara todo a formulaciones algebraicas; una formalidad, idéntica a su mirada respecto del mundo y su acontecer ¿Será esa la razón de que el ascenso de la curva de la intelectualidad y la soledad sea parejo?

A través de la experiencia estética, el sujeto dejaría fuera esa utilidad o finalidad instrumental ¿Pero por qué el pensamiento ha tendido más a la representación [apariencia] que la voluntad—la conciencia afectiva del otro, por ejemplo al leer una poesía o contemplar la obra teatral de una tragedia y, rápidamente, conectar con los sentimientos de los afectados—, sede esta última de la empatía?

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