miércoles, 20 de mayo de 2020

EXPERIENCIA ESTÉTICA EN EL SABER

A mi juicio particular, el conocimiento también debería estar incluido como experiencia estética. Uno puede hallar una belleza indescriptible [sentimiento de lo sublime] en un objeto que analiza e interpreta, tal que si en una pintura o audición de una pieza musical se zambullera, máxime cuando el estilo de la obra concuerda con las ideas del sujeto, al modo de un espectador impresionista enamorado/simpatizante de los nenúfares en la pintura y las técnicas pictóricas de Monet.

La división de categorías entre conocer un objeto lógico en el campo tocante al conocimiento [juicio lógico] diferenciado de la referencia a la subjetividad, alusiva al placer y dolor desintereados en los juicios estéticos- efectuada por Kant en su "Crítica del Juicio" es incorrecta o mejor dicho mutiladora con la expresión de amor y beldad del extenso mar policromático del conocer, pues bien puede en el acto de conocer, el entendimiento dar juego a la libre imaginación, y en medio de la elevada satisfacción por aumentar el insondable caudal de las aguas del saber, conducir al sujeto investigador o embebido por el deseo de saber— a un estado harto similar al de la catarsis [κάθαρσι], durante la contemplación de una tragedia en la Grecia antigua o bien una representación teatral contemporánea que haga crepitar los cimientos internos, y purgar el alma de los sinsabores a que a veces se presta la existencia.

En el conocimiento como en la estética, es viable la erosión de la utilidad o telos—finalidad, y fáctica esa admiración y sentimiento de estupor, maravillamiento con arreglo a captar, intuitivamente, la idea referida al objeto intelectual estudiado o descubierto, en clave mimética—idéntica— con aquel estético.

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