jueves, 5 de diciembre de 2019

¿Por qué estoy aquí? La única certeza, que albergo a modo de respuesta, es para perseguir la εὐδαιμονία (eudaimonia). Hoy he estado dándole vueltas al asunto ¿no nos sentimos contemporáneamente tan perdidos por la pérdida/ausencia de ese τέλος? A mi entender, habría que recuperarlo desde una singularidad, la de cada quien, que se plantea y localiza el suyo; los medios para su mejora y autorrealización. A modo de supuesto lógico y existencial, es más que viable sostener que existe una dirección o sentido y en aras de la misma, nos desplazamos y levantamos de la cama con cada salida del sol.

El existencialismo__el cual pareciera que ha re-adoptado en el imaginario colectivo la pose dominante durante las dos últimas décadas de este siglo__  e irónicamente con un destino trágico ya conferido de antemano. La marcada corriente sin ese telos, soporte, nos aboca a la angustia por un mañana borroso y sombrío como la muerte. La amargura viene por ese perpétuo habitar en la cuerda floja ¿quién soporta andar todo el tiempo con el acecho de que caerá? Es más, se autoconvencen de su malestar y lo toman por la ley, el "imperativo categórico de lo nefasto". Schopenhauer, Kafka y Cioran" dixit—La genialidad adquiere un incuestionable rostro de tristeza y promesas de mal augurio. Cita alguna figura de las nombradas (cuanto más desalentadora la frase mayor acogida) y los likes de los "fardamos de dudas, pero que no se interrogue a los paladines del pesimismo de nivel suicida", se propagarán como las plagas bíblicas.

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