jueves, 19 de diciembre de 2019

En un principio, podría sostenerse que el libro obra como el alcohol para alejar las penas. La diferencia estriba en que, la lectura forma nuevas redes de neuronas, mientras que el consumo de bebidas etílicas las matan, al tiempo que desintegran tu propio ser por el camino cual estado amnésico sine die (sin fecha).

En cualquier caso, la mejor conmiseración, consuelo, apoyo, respaldo, comprensión, escucha, estima, compasión, condolencia, sanación, curación, oxigenación, des-traumatización, desbloqueo, vigorizante, antídoto, remedio, catarsis, expulsión, desahogo, vómito, mayéutica [...] Prosigue:

Salvación, rescate, exorcismo, auxilio, desenredo, des(a)nudar, socorrer, cuerda tendida (justo para no ahorcarse, a lo que sí contribuyen taimadamente los timplazos de encarecido whisky, o garrafón cuando ya reviste nula preocupación la clase de elixir ingerido enfermante del hígado y responsable de vergonzantes cantos guturales), pañuelo de lágrimas, voz acolchada, mano en el hombro, presionar la palma herida y así sucesivamente.

En la relación y com—penetración bibliográfica (penetrar con las palabras y eróticamente, con amor erradicar el punzante dolor del otro. Cuanto tiene que aprender aún la basta pornografía acerca del sentido y significados bellos de fusión en el sexo ), se remonta el lenguaje a la época griega, con conceptos clásicos marchitos en nuestro tiempo, tales como pathos, eros, philia, areté, agápe...

Toda esta previa melodía de inacabados sinónimos de aire benevolente y aromas a (extraviada) humanidad, proviene de un "amigo de hojas tintadas y simbólicas"—el caldo del arjé, los dioses y su creación— y no de la engatusadora, adictiva—viciosa, nihilista y adormecedora "cicuta intelectual" (Barney Gumble infeliz testigo del marcado deterioro, corrupción e involución de hombre a bestia en primera persona ), envasada en —a la ilusoria vista—inofensivo vidrio o aluminio.

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