jueves, 5 de diciembre de 2019

Inicio de la devastadora ventisca. Los copos de fuente impura, levitan y desafían la gravedad, congelando el aire y los segundos. El asfalto adolece de hedonismo y humo canceroso, flatulencias enfermantes adheridas a la línea de petróleo fundido, atravesante de kilómetros hacia, vaya usted a averiguar qué destino, tomen el viandante o conductor.

Los fractales emisarios de las masas de nubes__Kairós (Dios del tiempo y el clima) ejercita el onanismo en las privadas alturas (Desvelada la purgante impureza)__cuyo apagado color compite con el del alquitrán reseco de la apartada carretera, no se detienen en su composición del retrato de "paisaje invernal"; imperativo categórico de la naturaleza—"el cambio climático debe morder el polvo". Juego de la oca —De polvo a polvo y tiro porque me toca. Precisamente, el polvo de incolora cocaína, granulado helado caído, declara en "secreto de confesión" la erótica guerra a la polución humana.

El visitante urbanita se encamina hacia el ojo de la tormenta de esperma; semen; palabras tabú, Freud esboza una sonrisa triunfante de emancipación de neurósis en el lenguaje. El innombrado ciudadano apaga el motor, desciende de su vehículo, ejecuta unos diminutos pasos y se detiene en seco, recibiendo en la cara la catártica y beligerante "eyaculación". La corrida, "cum" de Kairós, borra el pecado de la civilización.

J.B.B

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