sábado, 4 de julio de 2020

LA FELICIDAD ES UNA FICCIÓN [SUBJETIVA] NECESARIA  Y NO ES SINÓNIMO DE PLACER.

Si la felicidad fuese real debería ser un objeto [de aquí proceden el término "objetivo" y su sustantivo, "objetividad"] y estar siempre disponible, por tanto de naturaleza fija e inmutable, empero, sucede que esta es, en una mínima cierta parte, cercana al placer [liberación de dopamina y serotonina entre otras hormonas, si bien la carencia de la última deriva en depresión—distinción notable entre ambas—] y bien sabido es que el placer es subjetivo, pudiendo la persona sentirse decaída o por otras circunstancias no responder a la entrada de la fuente de agrado e ignorarla por entero.

Aparte, el placer adopta la forma de un monstruo que hipnotiza y ofrece a los ojos la tramposa imagen del final del sufrimiento. Un grandísimo porcentaje de seres humanos los confunde y de tal estrategia se valen el marketing y la cultura de masas en la hedonista sociedad de consumo, ofertando el maná de la tierra prometida, la antigua ciudad griega de Arcadia [traducida como Felicidad], en múltiples contextos.  

En lo alusivo al placer [identificado con la dopamina en exclusiva], este no es un objeto asible, si acaso comprende un estado fugaz como los cometas y objetos celestes, cuyo rastro al divisarlos desparece en segundos de la retina y el firmamento. El placer es un lobo con piel de cordero, promete una dicha futura que jamás cesa su hambre y nos aboca al consumo. En consecuencia, tras haber obtenido el objeto codiciado, en un breve espacio de tiempo nos percibimos a nosotros mismos anhelando una nueva ebriedad de satisfacción, mas como ya se ha anunciado, saldremos decepcionados cuando repetidamente experimentemos un vacío interior, enfermos del apego hacia las fungibles cosas materiales; al igual que ellas nos transformamos en una imagen de su deterioro y fundición en valor económico.

Concluimos que la felicidad asociada al placer no es más que un espejismo en el desierto de la existencia. Sin embargo, nos pasamos la vida entera a la espera de esa recompensa jamás obtenida. De ello se nutren la publicidad y la industria cultural. El que posee más conciencia debe reconocer la fragilidad de los goces de la vida y su veloz precipitación al dolor.

El personaje de Dolores en la aclamada serie "West World" dejaba caer que "lo real es irreemplazable". Con base en este texto, la serotonina responsable del bienestar a raíz de llevar a cabo actos solidarios, además de rodearnos de la compañía de personas honradas y con quien sumemos potencias que diría Baruch Spinoza, sí coincide con dicho carácter insustituible— al menos en la única vida testada y atestiguada por el campo empírico—. No obstante, pese a resultar prioritaria en la salud mental-corporal, su trascendencia metafísica no dista del inadvertible polvo estelar del cual, como refería Carl Sagan, estamos conformados.

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