La sensación de felicidad es resultado de numerosas reacciones químicas en el cerebro. La felicidad es una mentira, como si degustásemos la mejor marca o etiqueta de un vino de acuerdo con su precio de mercado. Como sabemos, el sabor depende del gusto y este, a su vez, se debe primordialmente a las papilas gustativas. Sin embargo, la felicidad contribuye a que olvidemos las preocupaciones y la conciencia del auténtico vacío.
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