miércoles, 5 de febrero de 2020

El misántropo comprende un ser tan narcisista que, en tanto que se aborrece a sí mismo, se ve proyectado en la totalidad de seres humanos. En el espectro opuesto, el filántropo incurre en el mismo fallo. ¡¡¡Joder!!! ¿Acaso no tenemos derecho a que nos caiga mal o expresar antipatía hacia alguien esmerado en la malevolencia? ¿y quién puede negarme a que me regocije con un gesto amable o acopiador de solidaridad, humanidad?

Personalmente, no me defino ni como enemigo de la humanidad, ni como defensor a ultranza de esta. Estimo que nos queda un largo trecho de evolución y que hacemos lo que podemos, pero cabe contribuir mucho más de lo que lo hacemos.
Es decir, que más bien sería un "mediántropo", ubicado en un punto intermedio, a caballo entre el aprecio y desprecio generalizado y ausente de razones empíricas (no constituyo un ojo de Dios para decantarme por la salvación o condena globales) para inclinarme por un vértice u otro, luego a mi entender ocupo una perspectiva— que me atrevo a llamar— realista.

Lo anterior queda, además, respaldado por el sentimiento acotado-fronterizo de empatía hacia el prójimo. Apostar por una empatía o psicopatía absolutas—por lo menos a mí— me conduce a un marco metafísico, donde me veo impedido de ofrecer cualquier contestación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario