viernes, 15 de noviembre de 2019

Diálogo entre unos desconocidos:

-¿Por qué antes captaba únicamente lo negativo de las cosas?

-Ciertas malas personas me arrancaron de cuajo la alegría. En el fondo, andaba todo el tiempo aguardando a que me hieran nuevamente ¿Ha observado a un animal herido? Siempre está vigilante y rabioso, a la par que apenado. De tal manera, agitadamente-sofocadamente- respiraba mi mente. Dígame bien ¿es capaz usted de deleitarse con la existencia conservando pensamientos y sentimientos intrusivos, intranquilos y taquicárdicos?

-¿Y cuál es fue su cura o anti-depresivo? Tendría  que contar con alguno para haber salido de ese infierno ¿no?

-Pues verá, sí. Dejé la oscuridad gracias a la concentración-meditación, permitiendo que se entrometa en mi aparato sensorial lo que sea, evitando juzgarlo, valorarlo o etiquetarlo. Algo bello e innombrable, callado para la fastidiosa conciencia, obligadamente debe hacer levitar el alma y registrarse más tarde como excitación grata.

-Muy de acuerdo con usted. El juicio es un torturador psicológico—un cabrón paridor de neurosis— y el anónimo responsable de nuestra infelicidad. Vivimos más pendientes de como queremos que sean las cosas (altas expectativas y por ello raramente realizadas) frente a la aceptación y disfrute de su mundana realidad.

-En efecto. Ya lo mencionaba Bruce Lee- "be water my friend". En una palabra: Fluye. Este es el jodido sentido de la vida, el único además.

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