miércoles, 22 de febrero de 2023

Acerca del poder transformador de la lectura

Hay dos tipos de personas. Las que permanentemente buscan expandir sus horizontes moviéndose geográficamente, sin que necesariamente sus esquemas tengan que verse ampliados, y las personas que aumentan su perspectiva y márgenes leyendo páginas de un libro. 

A las segundas es imposible que el objeto llamado libro no les transforme y genere un impacto, sobrecogimiento y enamoramiento sin parangón. A las primeras, las viajeras, a menos que se detengan a experimentar en sus carnes la cultura nativa que visitan, podrán alojarse en cómodas estancias y lucirles todo el entorno ajeno a su familiaridad como una selva que divisan desde la lejanía, pero que no se adentran en su condición o conocimiento. 

A mi juicio [que no tiene que ser compartido], los lectores y lectoras pueden captar, además, vivencias relatadas que los viajeros/as difícilmente se arriesgarán a llevar a cabo, a menos que se trate de auténticos/as aventureros/as con habilidad para desprenderse de sus dispositivos electrónicos y escuchar la calma o el bullicio de la naturaleza. 


Entonces, en lo primitivo de aquella [la naturaleza] cabe que den con algo de ellos mismos/as que ignoraban, algo que sí suele ofrecer un buen libro. En sus capítulos uno se espeja con la extrañeza que la cotidianidad ha terminado de arrancar casi de cuajo.

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