viernes, 28 de agosto de 2020

Ahora lo comprendo. Antes pensaba demasiado y sentía bien poco. Mi significado, el que le asigno yo a la existencia, está en las emociones, y pese a ser el mismo volátil y durar poco, disfruto—activo los centros cerebrales del placer—de ese diminuto periodo de espacio-tiempo. Kant señalaba, con acierto, que "la razón humana se angustia con preguntas que no puede suprimir ni tampoco responder." En cambio, focalizarse en la sensación en sí misma lleva a la despreocupación, al cese de la desesperación de una nada ausente de respuestas anheladas, y sin más irresoluble localización de sentido, porque admitámoslo, no lo tiene. Aceptación.

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