jueves, 27 de agosto de 2020

¿Dónde floto en este breve y determinado-indeterminado instante, y que ya no es cuando se lea? 

En torno al nihilismo existencial y empero, no me aparto del todo del realismo. El sentido implícito de la vida no existe. Si bien no podemos escapar de la representación humana, de acuerdo con las investigaciones—cierto que a cargo de nuestra especie—hay algo más allá de ella, otras formas de vida y el universo es infinitamente más inmenso que nosotros—aunque a su vez esto responda a una medida humana, pero como no podemos sino describirla desde nuestras concepciones antropomórficas, carece de sentido hablar de la misma como absolutamente independiente de nuestra esfera, empero, por lógica, como organismo, forma de vida más, cabe deducir que se comparten atributos o rasgos elementales extra-linguísticos con las demás, aunque en lo tocante a su definición, conocimiento y estudio, de nuevo recurrimos al cerebro humano y sus multivariadas proyecciones y dimensiones. 

Toda verdad contempla varias vías, y por tanto jamás una obra en solitario. De lo anterior se deriva que el idealismo—localismo— ,en efecto, es compatible o computable con el realismo—universalismo. El Ying y el Yang, fuerzas opuestas, conflictos, regularidades comunes y singularidades caóticas que conforman el gran Todo—Nada. En síntesis, que deseo y no me importa vivir con ese vacío existencial, porque sé que en medio de las sombras está el valioso y fugaz presente—el destello de la conciencia— y este es el único que merece atención y, especialmente, aprovechamiento.

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