sábado, 17 de agosto de 2019

La razón como herramienta "natural"—moldeada por la evolución biológica, e inevitablemente empapada de cultura (logos—lenguaje) y (nomos—leyes y normas) , la capacidad del juicio, nos permite distinguir el bien (virtudes-amor, generosidad, respeto, responsabilidad, atención-cuidado, salud) del mal (vicios, daño, malestar, en contra de lo adecuado referente al conatus spinocista—perseverar en el ser, autoconservación individual y colectiva—como especie.

En íntima relación con las virtudes y vicios expresados, naturalmente (los sentimientos anidan en nosotros de forma natural, luego no forzada ni bajo coacción) se inmiscuyen los sentimientos de por medio (con base en el placer y dolor fisiológicos, asociados con los correlatos empíricos—cuerpo de vivencias) y conducen el asunto al ámbito de los intereses particulares; la conveniencia y utilidad, el beneficio propio; el fin aristotélico, que se persigue por él mismo y no por otro, la felicidad. (Aristóteles, Ética a Nicómaco)

El ser humano es egoísta por naturaleza (en términos biológicos-evolutivos—no poco denostados por el discurso posmoderno y sus corrientes constructivistas—busca su bienestar y adaptarse de la mejor manera posible), pero al tiempo si las condiciones circundantes; las circunstancias no le hacen peligrar, suponer un riesgo—experimentar una pérdida/perjuicio considerable, padecer dosis de sufrimiento medias y altas, no cubrir sus necesidades básicas, etc. Entonces, y de acuerdo con David Hume, el individuo es capaz de mirar por otros mostrando benevolencia, preocupación, estima-aprecio y empatía por sus semejantes, en especial los más allegados y con los que establece un círculo relacional más cercano. Mi visión del asunto: "Somos un ser pro-social acotado".

Hay que tener en cuenta que, cabe un aprendizaje distorsionado/tergiversado de ambos conceptos-valores morales descritos, a manos del medio cultural y sus variados estímulos. La complejidad y consecuente problematización de la moral constituyen una realidad, la simplificación—(de sesgo kantiano. Amplitud del obrar altruista (desinteresado) al género humano deontológicamente—mediante el deber—como condición sine qua non. No todo es oro en la herencia ética racionalista y anti-psicologista dejada por Kant)—un ingénuo artificio.

De estas líneas previas se desprende la relevancia de la educación. La enseñanza-aprendizaje correcta de las virtudes; a fin de no confundirlas con los vicios, en el ethos (comunidad) por parte de sus diferentes actores en clave de la filosofía clásica (platonismo, aristotelismo, epicureísmo...) y fundida-apoyada por las teorías pedagógicas contemporáneas.

Un puente entre el paradigma clásico y el coetáneo.

—Nada de inconmensurabilidad (medición, comparación o comunicación) de paradigmas generalizada, le respondería a Thomas Kuhn. La nutrición de la sabiduría antigua con la presente resulta viable, y yo añadiría que "necesaria".

P.S [post-scriptum] Si no estáis de acuerdo con el escrito, francamente me importa bien poco.

J.B.B

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