martes, 7 de febrero de 2017

EL FENÓMENO DE LA MUERTE

A mi entender, la muerte de un familar es un fenómeno que demuestra el fondo emotivo residente en los seres humanos. Por más que se suponga la defunción, el espíritu del colectivo se resiste a aceptar que la persona no estará ya entre éste. Los encuentros en vida dan paso al sufriente desencuentro tras la hora final.

Los afectos constituyen la manifestación máxima del apego, el deseo de posesión de la recepción de cariño y bienestar, como una expresión de la necesidad social que sentimos los animales humanos.

La sociabilidad es una prueba de la empatía. Aunque suene mal en lo hondo del asunto subyace la utilidad. Sin embargo, es una utilidad en el buen sentido para alcanzar la alegría y gozo/dicha, con el aumento de la capacidad de obrar con otro ser idéntico a nosotros. Dependemos de los demás para subsistir.

El cerebro es un órgano claramente evolutivo y entra en batalla contra cualquier indicio de pérdida ante los estímulos positivos que recibe de las causas externas, el otro. La autoconservación del individuo se hace patente en las ansias de preservación de la alteridad, desde la que construye su identidad.

He aquí el reflejo de su conatus, el ser para la vida, plasmado en el vínculo afectivo experimentado hacia la mente-cuerpo o  cuerpo-mente ajena, que es la nuestra también.

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