jueves, 13 de abril de 2023

Sobre el por qué del temor a la muerte

La siguiente reflexión me ha sobrevenido por efecto de tocar el piano largo rato, y experimentar que no estoy en el espacio-tiempo. El filósofo Arthur Schopenhauer llevaba mucha razón. En el arte, el querer subjetivo, el sujeto individual, yo de Descartes, se esfuma: 

Todo el mundo nace y todo el mundo se marcha. De esa totalidad de almas, casi todo el mundo teme irse, pero paradójicamente, durante toda nuestra vida buscamos pequeñas muertes o estados de ausencia, de no sufrimiento. 

Lo que nos asusta es saber que no tendremos el control realmente, a diferencia de cuando nos dejamos llevar, bien sea relajados en una tumbona al sol medio dormidos, bebiendo una cerveza en una terraza con los un poco cerrados, en silencio oyendo el sonido de los pájaros, evadiéndonos en su canto, oyendo el rugido de las olas del mar, transformados en la indolora espuma del océano, etc. 

He llegado a una conclusión inconclusa, porque no me gustan las sentencias, de que la felicidad se refleja en esa necesidad de olvido o deje de la conciencia, del constante analizar y padecer. La serotonina, tan vital ella, representaría la idea de la muerte. Estamos contentos, despreocupados y todo carece de importancia. A lo que concedemos importancia nos hace sufrir por el apego, la dependencia y pavor a desprendernos de ello. 

Lo que se teme no es la muerte, es el extravío de tomar el timón, en lugar de dejar que el barco navegue hacia aguas y tierras desconocidas, con la total incertidumbre acerca de si regresaremos de alguna forma aquí y si nuevamente podremos elegir, hacer uso de la voluntad, nuestra fuerza o energía si acaso fantasmal, para sentir que de algún modo, en algún pasaje o tramo, sabemos que somos o existimos. 

La muerte es la esencia de la certeza de nuestra no existencia ¿y que más nos daría si falleciéramos y albergáramos la promesa de que retornaremos tarde o temprano? Es el deseo de dominio, de tomar las riendas sobre los caballos del azar o el destino, el que nos lleva a temer y rechazar la muerte. 


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