A mi parecer, la felicidad es un sentimiento del inconsciente, que anhela tornar consciente los opacos días en que llorábamos para comunicarnos con el mundo.
La felicidad por lo tanto comprende un aferrarse a lo que no sabemos cómo fue, pero imaginamos debe ser mejor que el duro mundo de la conciencia adulta, donde se ha contemplado el absurdo y escapamos de él metidos en diversos quehaceres, tratando de evadirnos a todas horas del mencionado sinsentido.
El sentimiento de felicidad emana de la pretensión de recobrar el sentido que pensamos la inocente etapa sensiomotriz [0-2 años. A partir de los 2 años empezamos a recordar] confería fugazmente a las cosas. La despreocupación ocuparía ese sentido, pues cuando algo goza de sentido no merece la pena angustiarse. Buscamos recuperar el asombro, volver a sorprendernos como el ser que gateaba y se maravillaba, brevemente, del vasto e infinito espacio dispuesto ante él.
Jorge Beautell Bento
14/01/2023
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