La felicidad solo puede residir en la evasión de los conceptos, en no pensar que se es feliz. Pensar suele ir asociado a conceptualizar la realidad, estar pendiente de, con un gasto de energía y el consecuente agotamiento-sufrimiento.
La actividad de pensar nos angustia porque nos coloca en la representación de ser arrojados y conducidos hacia una perspectiva o circunstancia que nos rodea. Sin embargo, en ámbitos como el arte o el ocio, el pensar se ve liberado del concepto impuesto y bien cabe que degustemos una novela porque nos evadimos del estar presentes, pese a reflexionar con X autor-escritor. Al menos para mí, la felicidad debe suponer una ausencia del estar ante exigencias externas.
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