domingo, 5 de enero de 2020

Mi mente se ubica en las serenas cimas del mundo y mi corazón está bien enraizado en la tierra. La primera es la copa, desde la que contemplar—observación, deducción y análisis—ampliamente las cosas (el bosque), mientras que el segundo comprende la voluntad y el amor a la vida terrenal, en juntura con la pasión (vivacidad-conciencia del presente) focalizada-proyectada en cada una de las actividades emprendidas.

He aquí mi método de fusión de razón y emoción. En ningún momento me aparto del plano de los vivos, la suerte de los mortales. No cabalgo hacia cielos bíblicos o místicos. Mantengo firme el sentimiento, cual dura roca ante la batida del bombardeante oleaje. No me rindo ni arrodillo, mas trato de ser justo y devolver el gesto  a los valientes de espíritu; aquellas águilas que vuelan alto, pero albergan su alma bien adherida al existir. Después de todo "por mucho que el viento sople, una montaña no se arrodilla ante él”. Esta es la conquista de la voluntad.

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